«¿La justicia existe?», se preguntaba María Jesús Moreno cuando la Policía Nacional le hizo creer que ya tenían a un sospechoso del crimen de su marido y, probablemente, se librara de culpa. Su amante y coautor, Salvador Rodrigo, le respondía en la escucha telefónica: «Existirá, supongo». Sí. La justicia existe, funciona y es efectiva gracias al esfuerzo de la Audiencia de Valencia, a personas como el magistrado José María Gómez Villora, que presidió el juicio con jurado a los asesinos y puso finalmente los puntos sobre las íes para lo más importante: que el ingeniero de Novelda Antonio Navarro, el esposo de Maje, recibiera esa justicia y su familia pudiera, al menos, comenzar a pasar página.
Con 59 años recién cumplidos, lleva casi tres décadas como juez. Ha ejercido en Quart de Poblet, Sueca, Reus, Castellón... Fue durante años titular del Juzgado de Violencia Sobre la Mujer 1 de Valencia y, desde 2018, es el magistrado de la Sección Segunda de la Audiencia de Valencia. En octubre de 2020 presidió el juicio con jurado a los amantes asesinos, un asunto complejo, tenso y mediático. Días después, firmó una sentencia exquisitamente razonada que los recursos de las defensas de los condenados no lograron invalidar. Hoy recuerda su vivencia.
-¿Por qué eligió ser juez y cuando le llegó esta vocación?
-Mi padre, fiscal de carrera, era un jurista comprometido y un enamorado de su profesión. Lo recuerdo de niño despachando los sumarios y consultando aquellos viejos tomos de jurisprudencia. Nos transmitió esa pasión por la Justicia y su vocación. Sus cuatro hijos nos lanzamos a preparar la oposición. Cuando aprobé me hizo ver la enorme responsabilidad de esta profesión y me dijo que no olvidara nunca que para cualquier persona, cuando su asunto llega al juzgado, se convierte en algo trascendental.
-¿Había usted juzgado más casos de gran repercusión mediática?
-Cada vez hay un mayor interés en la sociedad por los asuntos judiciales. En mi primer destino, sin apenas experiencia, instruí el secuestro de un avión que había despegado de Sevilla y aterrizó en Manises. Despertó gran expectación pues viajaba en él la que era por aquel entonces alcaldesa de aquella ciudad. En lo Penal de Reus se celebró otro juicio con bastante seguimiento: la 'Banda del Mazo', un grupo de delincuentes especializado en robos a joyerías. En la foto de un periódico subtitulada «los miembros de la banda del mazo» aparecía yo. Gajes del oficio, pensé.
-¿Cómo recuerda el inicio del juicio? ¿Qué le preocupaba y en qué medida influyó que estuviéramos en pandemia y con mascarillas?
-Las mascarillas formaban parte de nuestras vidas así que las asumimos con resignación aunque resultaba extraño celebrar en esas condiciones. Mi principal preocupación era que no hubiera ningún contagio que motivara una suspensión. Afortunadamente, nadie cayó enfermo y todo discurrió con normalidad.
-¿Le impone que haya una descomunal atención mediática en una sala? ¿Influye en quienes participan en el juicio?
-Estamos acostumbrados a la presencia de medios en las salas de vista. Se trata de conciliar la presunción de inocencia y el derecho de los acusados a preservar su intimidad, así como el de los ciudadanos a recibir información. Contamos con el gabinete de prensa del TSJCV para facilitar el trabajo de los periodistas y procurar ese equilibrio.
-¿Percibió más tensión de lo habitual entre las partes o entre los familiares?
-No recuerdo ningún incidente reseñable. Sí pedí a los asistentes que no hicieran gestos de aprobación o desaprobación, en particular durante las declaraciones de los acusados.
-Pero en algún momento, durante reproducción de escuchas delicadas u ofensivas, tuvo que echar mano de psicología y calmar ánimos.
-Hubo momentos muy duros. La familia y los amigos del fallecido prestaron testimonios desgarradores. También para la familia de los acusados debió ser un trance. Sí hube de reconvenir a alguien, pero fue algo sin importancia y siempre procurando hacerlo con la mayor delicadeza. Tanto el fiscal como los letrados de las partes tuvieron un comportamiento exquisito.
-Existe cierta convicción de que un juicio puede acabar de manera distinta con un jurado que si juzga un tribunal profesional. ¿Si este juicio lo hubiera juzgado sólo usted habría acabado igual?
-Se practicó abundante prueba de cargo con un inequívoco significado incriminatorio. Un tribunal profesional hubiera llegado a la misma convicción de culpabilidad. Salvador confesó la autoría y la implicación de María Jesús en la planificación del crimen quedó acreditada más allá de toda duda razonable.
-¿Cuál fue el momento más costoso o duro para usted?
-En lo emocional, sin duda la declaración de la madre de Antonio cuando contó cómo ella y su marido se desplazan hasta Valencia porque les dicen que su hijo ha tenido un accidente y, una vez en el domicilio, nadie le da razón de dónde está o cómo se encuentra hasta que finalmente le comunican que lo han matado y ella suplica que le dejen verlo. En el plano procesal, presentar a los jurados un buen objeto del veredicto e impartir las instrucciones de manera clara para que el jurado pueda realizar su trabajo correctamente.
-¿Cómo evalúa al jurado de este juicio y sus razonamientos a la hora de su veredicto? ¿Fueron buenos 'jueces' populares?
-Me pareció un gran jurado. He vuelto a leer para esta entrevista la sentencia y la motivación de las distintas proposiciones se ajustaba, sin duda, a los estándares que exige el Tribunal Supremo.
-Hay gente que me pregunta cómo es posible que el ejecutor material tuviera menos pena que la coautora no material.
-En Salvador se apreció una atenuante de colaboración con la justicia pues había facilitado en algunos aspectos la investigación policial, sin que concurriera para él agravante alguna. En el caso de María Jesús, no concurría ninguna atenuante y sí la agravante de parentesco al ser la mujer del fallecido. Con el Código Penal y el límite de petición de penas que formularon las acusaciones cabía imponerle una pena mayor.
-Usted es un gran experto en violencia de género. Maje pregonaba maltrato psicológico sin denunciar. ¿Instrumentalizó la acusada la violencia de género o cree que ella lo percibía de este modo?
-Es una pregunta comprometida. Ese no era el objeto del juicio ni se incidió especialmente en ese aspecto. El único dato objetivo, salvo error por mi parte, es que no constaba denuncia de María Jesús por violencia de género pese a presentarse como víctima ante alguno de sus amantes.
-Con la experiencia de muchos juicios, ¿vio usted sinceridad en el arrepentimiento de Salva y credibilidad en él?
-Es una pregunta difícil. Salvador se mostró muy afectado durante su declaración y pidió disculpas a la familia del fallecido. Si era sincero o no y la razón del arrepentimiento es algo que pertenece a aspectos íntimos de su conciencia en los que nadie puede entrar. El jurado se inclinó por dotarle de veracidad frente a la tesis exculpatoria de María Jesús. Lo que Salvador dijo contaba con otras corroboraciones. El Grupo de Homicidios llevó a cabo una excelente investigación.
-La defensa insistió mucho en que la acusada fue víctima de un juicio paralelo. ¿Fue así? ¿Cómo actuó para abstraer esta influencia de la decisión jucidial?
-Al inicio de cada sesión insistí a los jurados que debían formar su convicción única y exclusivamente a partir de la prueba que presenciaran, debiendo motivar su veredicto a partir de ella. Traté también de evitar que la atención del juicio se desviara hacia la conducta sexual de María Jesús. No se enjuiciaba su forma de ser, sino si había participado en la muerte de su marido.
-¿Qué le ha enseñado este juicio?
-De todos los juicios se aprende algo. Esta profesión te enfrenta a una realidad social con la que convivimos pero que casi nadie conoce. Han pasado casi cinco años y creo que se respetaron las reglas del juicio justo para María Jesús y para Salvador.
-¿Hay algo que le desconcierte a nivel humano en este caso criminal?
-Por qué María Jesús tomó la decisión de acabar con la vida de su marido en lugar de divorciarse de él. También cómo fue capaz de convencer a Salvador para el asesinato y, finalmente, las circunstancias que le llevaron a cambiar su declaración para implicar de lleno a María Jesús. Merece una reflexión pensar cómo arruinaron sus vidas, sin perder de vista todo el dolor causado a la familia de Antonio por una muerte tan injusta.
-¿Recuerda alguna anécdota o curiosidad al margen de lo que vivimos todos en el juicio?
-Me llamó la atención, desde el inicio, el aplomo de María Jesús durante todo el juicio frente a lo que traslucía Salvador. También la cantidad de gente que quería venir a presenciar alguna sesión del juicio.
-Derecho a última palabra. ¿Qué remarcaría, lamentaría o pondría en valor a tenor de este asunto?
-Es muy interesante que los ciudadanos, a través de la institución del jurado, puedan aproximarse a las dificultades que supone juzgar a alguien. Que entiendan en qué consiste nuestro trabajo. Por mi experiencia en aquellos jurados que he dirigido, creo que para la inmensa mayoría de los ciudadanos que resultaron seleccionados fue una experiencia muy enriquecedora.
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