Marte tenía breves primaveras de agua líquida y largos inviernos desérticos


La composición de la Tierra y Marte es casi idéntica: ambos son planetas rocosos, con abundante carbono y agua (en el caso del Planeta Rojo al menos en el pasado), lo suficiente cercanos al Sol como para calentarse pero no para 'cocerse'. Sin embargo, ... tal y como sabemos, nuestro planeta es un vergel de vida y nuestro vecino es un desierto helado donde nos está costando encontrar rastros orgánicos -si es que los hay- presentes o pasados. Los científicos llevan años investigando por qué dos mundos tan similares han acabado siendo tan diferentes. Ahora, un estudio publicado en 'Nature' dice haber desvelado el secreto: Marte fue una especie de oasis con breves primaveras y desérticos y largos inviernos de hasta un siglo de duración.

La tecnología humana sobre el Planeta Rojo ha revelado que hace millones de años sobre su superficie había ríos y lagos que han dejado valles esculpidos por todo el suelo marciano. Si hubo agua líquida discurriendo durante tanto tiempo como para dejar su impronta, eso significa que en algún momento Marte tuvo un clima templado. Y, para mantener un clima apacible, es necesario mantenerlo en el tiempo.

Los científicos creen que la Tierra lo logra mediante un sistema muy delicado: el ciclo del carbono. El dióxido de carbono en la atmósfera calienta el planeta, pero las temperaturas más altas también aceleran las reacciones que lo fijan en las rocas, lo que finalmente contrarresta el aumento de temperatura para que nuestro planeta no se caliente más de lo debido. De vuelta, el carbono se filtra de nuevo a la atmósfera mediante erupciones volcánicas, lo que le lleva a la casilla de salida. Estos procesos mantenidos durante millones de años han propiciado un clima estable y propicio para la vida.

En Marte también existe el ciclo de carbono

Este nuevo trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Chicago (EE.UU.), cree que en nuestro vecino también se pudo dar un ciclo parecido, aunque con algunas salvedades. Los autores señalan que todo comienza con el aumento del brillo del Sol y, por ende, de la temperatura que llega la superficie marciana. Aunque el Planeta Rojo está a mayor distancia que nosotros del Sol, cada 1.000 millones de años, el brillo de nuestra estrella va creciendo.

A medida que el brillo del Sol aumenta, comienza a circular agua líquida en Marte. Sin embargo, este agua empieza a provocar que el dióxido de carbono se fije en las rocas, como ocurre en la Tierra, lo que convierte al planeta en un desierto frío y árido. «A diferencia de la Tierra, donde siempre hay volcanes en erupción, Marte se encuentra actualmente en estado volcánico inactivo, y la tasa promedio de desgasificación volcánica en Marte es lenta», explica Edwin Kite, profesor asociado de ciencias geofísicas y científico participante en la misión de la NASA del rover Curiosity, quien ha proporcionado las pruebas para llegar a esta hipótesis. «Por lo tanto, en esa situación, no existe un equilibrio real entre la entrada y la salida de dióxido de carbono, porque incluso con un poco de agua líquida, se absorberá dióxido de carbono mediante la formación de carbonatos».

Con todos estos datos, el grupo ha construido modelos por ordenador para simular cómo podrían ocurrir estas fluctuaciones, y en ellos se pueden observar que el Planeta Rojo experimenta breves períodos de agua líquida, seguidos de períodos desérticos de 100 millones de años. Y 100 millones de años es mucho tiempo para que la vida prospere de la misma forma que en la Tierra.

Gracias a los paseos del Curiosity

Para haber tenido agua líquida, Marte debió tener una atmósfera más densa, compuesta por un gas de efecto invernadero como el dióxido de carbono. Sin embargo, actualmente el planeta posee una muy fina, lo que deja en la incertidumbre el destino del carbono. «La gente lleva años buscando una tumba para la atmósfera», explica Kite. La explicación más simple era que fue arrastrado hacia las rocas, como ocurre en la Tierra. No obstante, no se habían hallado pruebas de rocas ricas en compuestos con carbono.

La explicación llegó hace tan solo unos meses de la mano del Curiosity, el rover de la NASA que lleva desde agosto de 2012 explorando la superficie marciana. Mientras exploraba el Monte Sharp a principios de este mismo año, el vehículo halló rocas ricas en carbono que señalaban que, efectivamente, hubo un ciclo de carbono y que este quedó 'atrapado' en las piedras. A medida que avanza, nuevas pruebas mostrarán si el carbonato está tan extendido como sospechan los investigadores.

«Realmente es algo que no se puede saber hasta que se tiene un rover en la superficie marciana», señala Benjamin Tutolo, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Calgary. «Las mediciones de química y mineralogía que proporcionan son esenciales en nuestra búsqueda continua para comprender cómo y por qué los planetas se mantienen habitables, para así poder buscar otros mundos hospitalarios en el universo».

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