Tres votaciones, dos fumatas negras: se van reduciendo las opciones de los grandes 'favoritos'


The ongoing Papal conclave has yielded two inconclusive ballots, raising doubts about the frontrunners' chances and suggesting a potential surprise successor.
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Fumata negra en la votación de ayer miércoles, fumata negra tras las dos votaciones de esta mañana… Aún hay que esperar, pero en medio de las bocanadas de humo oscuro que ya ha escupido la chimenea colocada sobre la Capilla Sixtina empieza a abrirse paso una idea: la posibilidad de que ninguno de los dos grandes favoritos a convertirse en papa (léase el italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle) esté consiguiendo los apoyos necesarios para convertirse en el sucesor de Francisco.

La historia demuestra que, cuanto más se prolonga un cónclave, más probabilidades hay de que quienes partían de entrada casi como vencedores acaben en la cuneta y se imponga un candidato sorpresa, una figura que hasta entonces había permanecido en segundo o tercer plano.

Desde 1939, todos los procesos de elección de un papa se han resuelto en tan solo dos días, con la única excepción de dos cónclaves -el que eligió pontífice a Juan XXIII y el que puso las riendas de la Iglesia en manos de Juan Pablo II-, que se prolongaron ambos durante tres días. Con la precisión de que tanto la elección de Juan XXIII como la de Juan Pablo II supusieron una auténtica sorpresa. Hasta tal punto que el cardenal Karol Wojtyla ocupaba en 1978 la 34º posición en la lista de papables de la RAI, la televisión pública italiana, que entonces estaba considerada algo así como la biblia de los cónclaves.

Tic, tac. Cuantas más horas pasan, cuantas más votaciones se producen sin que se logre una fumata blanca, se van volatilizando las posibilidades de que Pietro Parolin o Luis Antonio Tagle terminen convirtiéndose alguno en papa. Lo más probable en ese caso, viendo lo que ha ocurrido en otras ocasiones en el pasado, es que hubiera una mayoría de bloqueo, un grupo de cardenales que se opusiera al nombramiento como papa de un determinado candidato y que, para impedir su elección, votara sistemáticamente a algún otro.

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Si esta tarde no hay fumata blanca, las opciones de Tagle y de Parolin se reducirán a mínimos. Y se buscará en otras figuras las cualidades que, tras 12 reuniones preparatorias, los 133 cardenales electores han concluido que debe de reunir el nuevo papa y que Matteo Bruni, el portavoz del Vaticano, ha detallado a los 4.000 periodistas de todo el mundo que están cubriendo este cónclave: un papa "presente, cercano, capaz de hacer de puente y de guía", que favorezca el "acceso a la comunión a una humanidad desorientada y marcada por la crisis del orden mundial", "un pastor cercano a la vida real de las personas".

Si ni Parolin ni Tagle alcanzan hoy el quórum de al menos 89 votos necesario para su elección, empezarán a surgir otros candidatos. Suena el nombre del cardenal Jean Claude Hollerich, de 66 años y arzobispo de Luxemburgo, quien ha vivido más de 20 años en Japón y desempeñó un papel central en el Sínodo sobre la Sinodalidad como relator general. Aunque tampoco se descarta que el elegido acabe siendo el cardenal Pablo Virgilio David, de 66 años, presidente de la Conferencia Episcopal Filipina y quien durante la presidencia de Rodrigo Duterte y su guerra contra las drogas sufrió numerosas amenazas por ayudar a las víctimas y sus familias. A muchos les dejó muy buen sabor de boca la intervención del cardenal David en las congregaciones generales, las sesiones pre-cónclave.

Otro nombre que se baraja es el del cardenal Robert Prevost, de 69 años, nacido en Chicago de padre franco-italiano y madre de origen español y quien ha pasado 20 años como misionero y obispo en Perú. Otros apuestan porque el elegido será el cardenal Jean Marc Aveline, de 66 años, arzobispo de Marsella, recientemente elegido presidente de la Conferencia Epiuscopal Francesa y quien desde hace años se distingue por su apoyo al diálogo interreligioso y su defensa de los inmigrantes.

Si Parolin quedara fuera, los italianos podrían hacer piña en torno a otro compatriota: Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y a quien Francisco envió como mediador a Kiev, Moscú, Washington y Pekín para tratar de lograr el fin de la guerra en Ucrania. No hay que olvidarse tampoco del maltés Mario Grech, de 68 años, a quien el papa Francisco nombró secretario general del Sínodo de los Obispos en 2020. Si esta noche hay de nuevo fumata negra, no será insensato pensar que en el cónclave están cobrando protagonismo candidatos que no son ni Parolin ni Tagle. Y si el viernes tampoco hay fumata blanca, prepárese: lo más probable es que el nuevo papa sea una sorpresa absoluta.

Fumata negra en la votación de ayer miércoles, fumata negra tras las dos votaciones de esta mañana… Aún hay que esperar, pero en medio de las bocanadas de humo oscuro que ya ha escupido la chimenea colocada sobre la Capilla Sixtina empieza a abrirse paso una idea: la posibilidad de que ninguno de los dos grandes favoritos a convertirse en papa (léase el italiano Pietro Parolin y el filipino Luis Antonio Tagle) esté consiguiendo los apoyos necesarios para convertirse en el sucesor de Francisco.

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