Seis libros antiguos del escritor ruso Aleksandr Pushkin (1799-1837) fueron robados de la Biblioteca Nacional de Países Bajos (KB) en 2023. Son ediciones del siglo XIX y el incidente, hecho público este mayo, no es aislado. Con ayuda de la Oficina Europea de Policía (Europol), fueron detenidos el año pasado nueve ciudadanos georgianos sospechosos de formar parte de una banda que sustrajo al menos 170 obras de autores rusos. Según los agentes, actuaron entre 2022 y 2023 en la República Checa, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Letonia, Lituania, Polonia y Suiza. En algunos casos, los originales fueron sustituidos por copias falsas.
Más informaciónEl valor de todos estos libros robados en Europa se estima en 2,5 millones de euros, pero dada su importancia cultural, la pérdida es incalculable. En un gesto poco frecuente, Wilma van Wezenbeek, directora general de la KB neerlandesa, hizo pública este 9 de mayo la desaparición de las seis obras de Pushkin, una vez que las investigaciones policiales se han estancado. En una larga nota de reflexión publicada en la web de la biblioteca —con sede en La Haya—, ella admite que instituciones como la suya no comparten suficientes datos sobre incidentes similares “por miedo a revelar información sensible y a dañar su reputación”. Le parece que es precisamente “este secretismo lo que aumenta su vulnerabilidad”, y admite que la lista de libros de Pushkin desaparecidos “no alegra el ánimo”. Por otro lado, si bien asegura que hacen todo lo posible “para evitar este tipo de sucesos”, está convencida de que las instituciones dedicadas a conservar el patrimonio, siempre estarán “en desventaja” si intentan combatir estos riesgos por su cuenta y “en solitario”.
Entre 2022 y 2023, un grupo de delincuentes robó al menos 170 títulos de la literatura romántica rusa del siglo XIX guardados en bibliotecas nacionales e históricas de la República Checa, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Letonia, Lituania, Polonia y Suiza. Entre los autores preferidos figuran Pushkin y Nikolái Gogol, y la manera de actuar era “sencilla pero sofisticada”, según se desprende de la investigación conjunta llevada a cabo en todos los países afectados que fue supervisada por Europol y Eurojust, la agencia europea que facilita la cooperación judicial. Una vez en las bibliotecas, los ladrones pedían consultar los libros antiguos en persona con la excusa de que tenían un interés académico concreto. “Cuando los tenían en sus manos en las salas de consulta, se las arreglaban para medir el tamaño de los volúmenes y hacerles fotos antes de devolverlos al bibliotecario”. Tiempo después, ya fueran días o meses, regresaban y solicitaban la misma obra. “Esta vez, sin embargo, entregaban de vuelta una copia falsa que los expertos han calificado de excelente calidad”, explican Eurojust y Europol en un comunicado. En otras ocasiones, los autores “simplemente irrumpían en la biblioteca y robaban los libros”, señalan las mismas fuentes.
La investigación internacional se puso en marcha después de que Francia enviara un mensaje a Europol, y otros de sus socios confirmaran sustracciones similares en sus bibliotecas. Al ver que la situación abarcaba varios Estados europeos, la agencia policial facilitó el intercambio de información entre los países afectados. En Georgia, las autoridades indagaron hasta localizar a varios miembros de un grupo delictivo organizado, y entre 2023 y 2024, se llevaron a cabo nueve arrestos entre Georgia, Letonia, Estonia, Lituania, Francia. Se recuperó entonces un libro y fueron incautados otros que debían ser examinados a fondo. En noviembre de 2023, fuentes de la biblioteca de la Universidad de Varsovia mostraron a la agencia France-Presse (AFP) capturas de pantalla de subastas celebradas por la casa rusa Litfond (Moscú y San Petersburgo) con libros que llevaban sellos y números de catálogos del centro educativo. Litfond afirma en su sitio web que ocupa “aproximadamente el 60% del mercado ruso del sector”. Europol confirma en un comunicado que “algunas de estas obras históricas robadas fueron vendidas en subastas en Moscú y San Petersburgo, de modo que son irrecuperables”.
En un correo electrónico, portavoces de la KB neerlandesa explican que, en 2023, comprobaron su repositorio cuando empezaron a recibir señales de otros miembros de la comunidad bibliotecaria de que “estaban robando libros de literatura romántica rusa de bibliotecas de toda Europa”. Así descubrieron que también había pasado en Países Bajos, y su denuncia “se ha compartido a nivel internacional”. Hasta la fecha, la policía no los ha localizado. “Desde que publicamos la noticia [el 9 de mayo] y pedimos ayuda a la ciudadanía, hemos recibido numerosas pistas, que ahora se están investigando”, aseguran, en el mismo mensaje.
La policía neerlandesa cree que lo ocurrido puede estar relacionado con la banda georgiana de los nueve arrestados, y ha compartido a su vez información sobre los libros con la esperanza de que “los que investigan en Internet encuentren rastros en línea”. Al mismo tiempo, desde Europol, aclaran: “Apoyamos la primera parte de esta investigación y desde entonces cada país afectado actúa por su cuenta a escala nacional; el caso ya no está activo para nuestra agencia”.
Un robo siempre es el resultado de una combinación de factores, pero de momento no se ha podido explicar cómo fue posible que las obras se midieran y fotografiasen sin llamar la atención en espacios vigilados. “Como Biblioteca Nacional, conservamos nuestra colección para la posteridad, pero también nos aseguramos de que sea accesible al público y a los investigadores”, señala un amplio comunicado publicado en la web de la KB. Después de lo ocurrido, han tomado medidas elaborando, por ejemplo, un inventario de “libros de riesgo” que están ahora más vigilados. “Cuando es necesario, utilizamos balanzas de precisión para registrar la entrada y salida” de los ejemplares. Hay otras medidas que califican de secretas. De todos modos, la biblioteca reconoce que si bien todos los volúmenes sustraídos “son conocidos por la Unidad Nacional de Investigación de la policía” y están registrados en la base de datos de Interpol, son conscientes de que “el robo nunca se puede prevenir al 100%”.
Para contribuir a la búsqueda, la KB ha publicado en su web todos los datos de los seis libros de Pushkin afanados, entre los que figuran ediciones de principios del siglo XIX de la obra de teatro Boris Godunov, centrada en el zar ruso que reinó entre 1598 y 1605. Falta también un ejemplar de Ruslán y Ludmila, un poema que narra el rapto de la princesa y los esfuerzos por rescatarla del caballero homónimo. La biblioteca no hace conjeturas sobre el destino de los libros, que siguen desaparecidos, pero tampoco descarta la actuación de la misma banda georgiana de la que sospecha Europol.
“El patrimonio cultural es de todos y no solo deben actuar [para protegerlo] las instituciones”, escribe la directora Van Wezenbeek en la web de la KB. En su opinión, el patrimonio “resiste cuando también lo cuidamos los usuarios y amantes del mismo”. Y para subrayar la urgencia de su llamamiento a la ciudadanía, cita un verso del poeta neerlandés Lucebert (1924-1994) que dice lo siguiente: “Todo lo valioso está indefenso”.
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