Sevilla : Valencina, el gigantesco complejo monumental que lideraban las mujeres hace 5.000 años | Ciencia | EL PAÍS


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Key Findings: Valencina's Significance

Research on the Valencina site in Seville, Spain, sheds light on the Copper Age (3200-2200 BC) in the Iberian Peninsula. The study, by Leonardo García Sanjuán and Timothy Earle, highlights Valencina as a central monumentalized place, covering over 400 hectares (potentially 900), making it one of Europe's largest prehistoric sites. The site featured megalithic structures, vast ditches, and numerous artifacts indicating a complex social organization.

Female Leadership and Social Structure

Valencina demonstrates a distinctive female leadership role, reflected in elaborate, exotic grave goods. The site's unique artifacts include intricate ivory work, rock crystal objects, amber beads, and shell ornaments, suggesting a sophisticated society and possibly a stratified social hierarchy. The presence of numerous artifacts points to a strong social complexity, yet not to the point of a state. This is evident in the ceremonial objects and monuments of Valencina.

Monumental Construction and Economic Significance

The construction of Valencina's monumental structures, including tholos (funerary constructions), involved considerable resources, implying the efficient management of agricultural surplus. The site's strategic location at the Guadalquivir river mouth facilitated trade and the exchange of goods, likely contributing to its economic and political importance.

  • Monumental architecture and ceremonial objects played a key role in creating and maintaining a sense of unity and shared identity.
  • The complex was a hub for the production and distribution of goods, operating as a marketplace and supplying center.
  • The system was likely balanced by the contribution of both basic goods and wealth, often supported by religious prestige.

Decline and Abandonment

Valencina's prominence peaked between 2900 and 2650 BC, but it declined abruptly around 2350-2300 BC, potentially due to environmental factors and the 4.2 kiloyear event (a climate shift). This decline eventually led to the site's abandonment, marking a transition to the Bronze Age and illustrating how such central places served a key purpose in consolidating society before the emergence of cities and states.

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La sociedad de la Edad del Cobre siempre ha sido muy complicada de estudiar porque hasta hace unos años apenas existían colecciones de hueso humano a partir de las cuales abordar su demografía y organización social. Sin embargo, la mejora en la disponibilidad de evidencias y los avances técnicos que se han aplicado sobre el megasitio de Valencina (Sevilla), de más de 400 hectáreas, han cambiado radicalmente el panorama. Ahora, el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, Leonardo García Sanjuán, y el antropólogo Timothy Earle, del Departamento de Arqueología de la Universidad Northwestern (Estados Unidos), han conseguido reconstruir con mayor precisión el contexto social y político de ese periodo de la prehistoria de la península Ibérica en el que surgieron enormes “lugares centrales monumentalizados que atraían a grandes contingentes de personas, probablemente miles”, y donde apareció “un liderazgo femenino distintivo que se plasmaba en objetos suntuarios elaborados con materias primas exóticas”. Así lo indican en su estudio Valencina, un sistema político de la Edad del Cobre, publicado por la revista científica Journal of Anthropological Archaeology. Este espectacular “mundo social construido en torno a Valencina como un lugar central monumentalizado tuvo un final bastante abrupto hacia el año 2300 a. C., tras lo cual se inició un medio social diferente: la Edad del Bronce”.

Más información

Entre el 3200 y el 2200 a. C., la península Ibérica vivía un crucial periodo histórico conocido como Edad del Cobre o Calcolítico. En ese lapso surgió por primera vez una organización social que giraba en torno a grandes monumentos, “en gran parte en forma de megalitos y recintos con fosos, que unían a las personas, creando y manteniendo un sentido de pertenencia y cooperación”, según el estudio.

Daga de cristal de roca hallada en la tumba de Valencina.Miguel Ángel Blanco de la Rubia (Grupo de Investigación ATLAS de la Universidad de Sevilla)

Hace 5.000 años, Valencina dominaba la desembocadura del Guadalquivir que, en aquel entonces, acababa en una gran bahía marina en el océano Atlántico. Se encontraba, por tanto, en una ubicación geográfica privilegiada entre Europa y África, en un momento en que el intercambio a larga distancia aumentaba a través de Eurasia, el Mediterráneo y el norte de África. Valencina fue contemporánea de yacimientos tan importantes como Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería) o Stonehenge (Inglaterra).

Entre 1860 y 1918, se descubrieron los dos primeros tholos (La Pastora y Matarrubilla, construcciones funerarias de largo corredor y cámaras circulares) de Valencina, aunque no fue hasta 2010 cuando despegó la investigación científica de este enorme yacimiento. Desde entonces, varios artículos científicos han impulsado su visibilidad internacional. La escala y la singularidad de Valencina lo convierten en el “mayor yacimiento prehistórico de la península Ibérica, y en uno de los mayores de Europa”, más de 400 hectáreas, aunque podría alcanzar las 900.

El lugar acoge docenas de construcciones megalíticas, enormes fosos, hipogeos (cuevas artificiales), pozos y miles de hoyos. Los monumentos megalíticos y los fosos son a menudo notables e incluyen los citados tholos, como Montelirio, La Pastora y Matarrubilla. Estos cuentan con corredores de entre 30 y 40 metros de longitud y cámaras de hasta cinco metros de ancho, con bóvedas de terracota o voladizos de entre 2,5 y 4,5 metros de altura. Algunos fosos tienen entre nueve y 10 metros de anchura y la misma profundidad. “Los estudios geofísicos realizados durante los últimos 10 años en los límites norte y sur del yacimiento”, señalan ambos expertos, “sugieren que algunos podrían haber tenido cientos de metros de longitud (o incluso varios kilómetros), formando quizás impresionantes recintos concéntricos”.

Valencina destaca también por sus objetos suntuarios, a veces únicos, que se encuentran principalmente en asociación directa con entierros individuales, como La Señora del Marfil (llamada así por el rico ajuar con el que fue enterrada) o con prendas individuales extraordinarias, que lucieron las poderosas mujeres de Montelirio, depositadas en un entierro colectivo.

Vasija con forma de caballo encontrada en Montelirio.Miguel Ángel Blanco de la Rubia

“La maestría empleada en la fabricación de estos notables artefactos suntuarios y prestigiosos es impresionante. Entre ellos se incluyen una artesanía de marfil sin igual en la época, una serie de excepcionales puntas de flecha de milonita con apéndices largos, objetos elaborados con cristal de roca, además de hojas de daga y puntas de flecha sin igual, cuentas y figurillas de ámbar, complejos atuendos elaborados con decenas de miles de cuentas de conchas marinas, una sofisticada lámina de oro, y probablemente sagrada, decorada con cuatro motivos de óculos, un uso intensivo de cinabrio, así como numerosos artefactos de cobre, incluyendo varias puntas de lanza, de las que existen muy pocos análogos en Iberia”, indica el estudio.

Con el extraordinario valor y la singularidad de esta constelación de exuberante cultura material, se pretendía, en parte, marcar y distinguir a ciertos individuos y, en parte, celebrar la cosmovisión compartida. Lo estudiado en Valencina puede ayudar a comprender los procesos que llevaron a sus habitantes a crear una complejidad social temprana, pero no hasta el punto de formar un Estado.

Los dos catedráticos creen, por tanto, que Valencina fue un sistema político, religioso y económico que atraía mano de obra para la construcción de monumentos, y que actuaba como mercado y lugar de aprovisionamiento, centralizando la producción de ciertos bienes artesanales, así como la importación y la exportación, por todo lo cual se veían beneficiados por el capital ideológico y religioso que se concentraba en los santuarios o templos que levantaban. “Se trataría de un sistema político equilibrado, financiado por productos básicos y por la riqueza, ambos probablemente respaldados por el prestigio religioso”, dicen.

Según la hipótesis propuesta en este trabajo, antes de que surgieran las ciudades y los Estados, los lugares centrales como Valencina sirvieron para dar cohesión a la sociedad, articulando su organización política y religiosa, con la construcción de monumentos cumpliendo un papel vital. “La construcción de estos enormes monumentos llevaba aparejados muchos gastos, con lo cual se consumía el excedente agrario que estas comunidades producían”, explica García Sanjuán. Básicamente, por tanto, según esta propuesta, el monumentalismo tardoneolítico y calcolítico constituyó un sistema de “quema” (o consumo a gran escala) de excedentes para evitar que los mismos cayeran en manos de líderes o élites voraces y que se generasen desigualdades sociales agudas.

Lámina de oro con cuatro óculos hallada en una pequeña fosa no funeraria ubicada cerca de la tumba de ‘La Dama de Marfil’.Miguel Ángel Blanco de la Rubia

En Valencina, alrededor del año 3000 a. C., se conjugaron condiciones geoestratégicas, geográficas y demográficas que permitieron el desarrollo “de una fuerte personalidad cultural material, así como formas de liderazgo que no se han hallado en ningún otro sitio de su época”.

El poder ejercido por sus líderes ―o lideresas principalmente― fue inestable y, en cierta medida, frágil. Su momento cumbre se produjo entre 2900 y 2650 a. C. A partir del 2350-2300 a. C., el yacimiento experimentó un declive abrupto y pronunciado, y finalmente fue abandonado. La segunda gran crisis que sufrió se agravó “por los efectos ambientales del llamado evento climático 4.2, de hace 4.200 años, que marcó el fin de la larga historia del sitio. Este episodio climático, que en el Mediterráneo se manifestó con un aumento de la aridez y la sequía, parece haber provocado un colapso sociocultural concomitante en toda la macrorregión”. Valencina, como lugar central y atractivo para personas no locales y bienes extranjeros, dejó de existir.

Finalizó así el papel fundamental de estos lugares centrales monumentalizados en la península Ibérica tras 2.000 años de existencia. Con el tiempo, la desaparición de los megasitios neolíticos y calcolíticos centrales, como Antequera (Málaga) o Valencina, abrió el camino para el surgimiento de un nuevo mundo sociopolítico. Pero esa es una historia diferente en la economía política, la sociedad y la cultura del mundo. Se la conoce como Edad del Bronce.

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