Roland Garros 2025: París descubre otra mente excepcional: histórica y memorable remontada de Alcaraz ante Sinner | Tenis | Deportes | EL PAÍS


Carlos Alcaraz defeated Jannik Sinner in an epic five-set Roland Garros final, showcasing exceptional mental strength and securing his fifth Grand Slam title.
AI Summary available — skim the key points instantly. Show AI Generated Summary
Show AI Generated Summary

Baila un murciano (también marciano) al son del Emmenez-moi de Charles Aznavour, coronado por quinta vez en un grande, de nuevo en París, donde todo el público de la Chatrier se lleva las manos a la cabeza y el deporte mundial descubre otra mente excepcional. “¡Sí-se-puede!”, le jalea toda su pandilla desde el palco. Y ahí que resurge como un torbellino Carlos Alcaraz, rebozado de barro, grandioso. E histórico esto. Se baten hasta el extremo dos colosos y el número uno inclina finalmente la rodilla. Prodigiosa esta remontada contra Jannik Sinner en una final para guardar, para enmarcar, loca, emocionante. De esas que hacen afición: 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2), tras 5h 29m. Tranquilo todo el mundo: el tenis está en inmejorables manos.

Se decide a la foto-finish, tras un toma y daca fabuloso y tramposo, lleno de curvas, vibrante, eléctrico. Sin igual. Es el epílogo más largo visto en el Bois de Boulogne, absortos los presentes por los giros y la superlativa calidad de dos competidores llamados a hacer disfrutar a raudales, elevándose rápido hacia otra dimensión. Tanto monta, monta tanto. De cualquier lado podía haber caído y cualquiera lo hubiera merecido. Lo acariciaba Sinner con las manos, pero contra la oscuridad y esa máquina que pega y pega, ha terminado imponiendo Alcaraz la fe. Les sobra tenis a los dos. Y prevalece otra vez la mente del español, victorioso en los cinco últimos cruces. Sobredosis de épica para este, 8-4 a su favor en el total.

Más información

“Gracias, gracias y gracias”, le dedica a París, esta a su rescate. Le arrollaba Sinner y le ha cogido abruptamente del brazo la grada para sacarlo del cenagal y emparejarle con Guga Kuerten y Rafael Nadal, los únicos que habían logrado defender el título en este siglo. Es Alcaraz, a su manera, diferente y hasta que se demuestre lo contrario, válida. Nadie ha ganado más partidos (36) ni trofeos que él (4) esta temporada, y ha completado una gira sobre tierra batida que se traduce en un paseo militar: Montecarlo, Roma y Roland Garros. Sigue por esa vía particular el ritmo de los récords y la senda de los grandes campeones, rendidos ante la evidencia. Andre Agassi se frota los ojos.

Alcaraz besa el trofeo. Associated Press/LaPresse (APS)
Alcaraz posa con el reloj, tras imponerse en la final más larga del torneo: 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2), en 5h 29m.Thibault Camus (AP)
Carlos Alcaraz abraza el trofeo tras ganar en la final contra Sinner. Associated Press/LaPresse (APS)
Carlos Alcaraz celebra el triunfo contra Sinner sobre la pista. Thibault Camus (AP)
Alcaraz, tras ganar el partido.Thibault Camus (AP)
Alcaraz celebra con su familia el segundo título de Roland Garros.Stephanie Lecocq (REUTERS)
Jannik Sinner, tras perder la final frente a Carlos Alcaraz. Stephanie Lecocq (REUTERS)
Abrazo entre Alcaraz y Sinner al final del partido.Aurelien Morissard (AP)
Alcaraz en acción durante el torneo de Roland Garros. Adam Pretty (Getty Images)
Detalle de las zapatillas de Alcaraz.Associated Press/LaPresse (APS)
Sinner devuelve la bola. Denis Balibouse (REUTERS)
Alcaraz desliza sobre la tierra para devolver la pelota.Adam Pretty (Getty Images)
Sinner celebra un set ante Alcaraz.Stephanie Lecocq (REUTERS)
Los espectadores observan como el español Carlos Alcaraz golpea la bola.Lindsey Wasson (AP)
Carlos Alcaraz atendido por los médicos en la final de Roland Garros ante Sinner.Adam Pretty (Getty Images)
Jannik Sinner, el tenista italiano, realiza un golpe durante el partido.Denis Balibouse (REUTERS)
Alcaraz (a la derecha) se prepara para su saque contra Sinner.Thibault Camus (AP)
El tenista murciano pone en juego la pelota con un saque.Adam Pretty (Getty Images)
El italiano Jannik Sinner en acción durante la final.Denis Balibouse (REUTERS)
Alcaraz celebra un tanto.MOHAMMED BADRA (EFE)
El extenista estadounidense Andre Agassi observa a Jannik Sinner.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)
Sinner, en un momento de la final frente a Alcaraz. Burak Akbulut (Anadolu/Getty Images)
El tenista español golpea la pelota entre las piernas. YOAN VALAT (EFE)
El italiano Jannik Sinner realiza un servicio.Denis Balibouse (REUTERS)
Alcaraz en acción durante el torneo de Roland Garros.YOAN VALAT (EFE)
Alcaraz golpea la pelota en la pista central Philippe-Chatrier del torneo de Roland Garros.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)
La sombra de Jannik Sinner de Italia en un momento del partido.TERESA SUAREZ (EFE)
Espectadores observan la final masculina de Roland Garros.Aurelien Morissard (AP)
Jannik Sinner se desliza para un golpe de derecha contra Carlos Alcaraz.Denis Balibouse (REUTERS)
Jannik Sinner (a la izquierda), de Italia, y Carlos Alcaraz, de España, calientan en la pista antes del lanzamiento de moneda para elegir quién sirve primero.Julian Finney (Getty Images)
Carlos Alcaraz (a la izquierda) y Jannik Sinner posan para una foto antes del partido.Clive Brunskill (Getty Images)
El CEO de Warner Bros, David Zaslav (a la izquierda) y el actor Dustin Hoffman.Stephanie Lecocq (REUTERS)
Vista de la pista central del Philippe-Chatrier antes de la final Jannik Sinner y Carlos Alcaraz.Lindsey Wasson (AP)

Es una final de película y por el palco se dejan ver Spike Lee y Natalie Portman, asombrados con el talento de esos dos chicos que lanzan de inmediato el mensaje: son dos tipos sin miedo. Se buscan, se enzarzan, instigan y maquinan sin parar ambos, con ese interesante retoque que ha aplicado Sinner al resto durante el torneo —descaradamente perfilado ante los primeros saques del murciano, con el objetivo disuadir y ganar toda la fuerza posible en la devolución con la derecha— y con el murciano al abordaje todo el rato, sin cesar. Lo busca. Y aprieta una y otra vez. Se dilata doce minutos el primer juego y Sinner se ve obligado a ir apagando fuegos, a despejar las granadas: tres turnos de servicio él, cinco opciones de break.

Un androide y el ojo

Salvaje ese drive de Alcaraz, que al séptimo intento se hace con la suya pese a que el italiano reaccione ante la adversidad creciente disparando el nivel. Son ellos, Les Magnifiques, los diferentes. Los fenómenos. De otra pasta. Por eso, al empellón responde el número uno también a su manera, aquí no hay dolor, aquí se pelea, aquí se levanta uno, ocurra lo que ocurra. ¿Qué mente o qué chasis claudicará primero? ¿Resistirán? Esa es la cuestión. Hace fresquito y sopla el viento; no excesivo, pero sí lo justo como para incomodar y condicionar la trayectoria de la pelota, traicionera todo el rato, obligados a rectificar en las maniobras.

Hay polvillo rojo en el ambiente y ahí abajo, donde se sufre, revolotean entre las ráfagas algunas briznas de tierra más gruesas, con tan mala suerte de que una de ellas se introduce en el ojo derecho de Alcaraz. ¡Maldita traidora! Crece la molestia. Continúa batallando, pero al final tiene que parar. Lo siento, Jannik. Tranquilidad, Carlos. Pero de tranquilo nada, porque coincide el lapso con la bofetada: ¡Pum! Así suena el tenis crujiente de Sinner, ese cordaje castigador, una locomotora que sigue, sigue y sigue, maravillosa la cadencia. Sube él, y mengua Alcaraz. Encaja este otra rotura y se inclina malamente la final. Ahí enfrente hay un androide que pelotea en trance.

Sinner, en una devolución.MOHAMMED BADRA (EFE)

Traza una serie de cinco juegos y Alcaraz entra en esa fase de indefinición que nadie quiere, pero que tantas veces aparece; la intersección, el no saber hacia dónde tirar. Feas las sensaciones, lo mismo el marcador: 4-1 abajo en el segundo. No invita al optimismo ese lenguaje corporal. El suero fisiológico sí ayuda, pero ha sido entrar esa dichosa esquirla y torcerse todo: él, el espectáculo, el ambiente. En mala hora. Se enfría el murciano durante un rato. Todo se desvía, excepto Sinner, claro. Y se expande el pensamiento: o hay volantazo, o aquí se acaba la historia. Se pronuncia entonces la Chatrier, el tercer jugador, intervencionista siempre ella: “Cag-los! Cag-los! Cag-los!”.

E intenta este reanimarse, seguid, arropadme, insufladme fuelle como sea. Venid a mí, queridos franceses. Este pelirrojo de las montañas es un verdadero martirio. Y entonces siente el italiano en sus carnes toda la crudeza de lo que significa tener en contra (o a favor del contrario) a la central de París, históricamente devoradora. Si te atrapa, rara vez suele aflojar ese ejército de mandíbulas: ¿A cuántos y cuántas se llevó por delante? Larguísimo el listado de esqueletos. Rebota el nombre del español por las cuatro paredes de la pista, pero la luz sigue apagada. No termina de elegir bien y falla también en la dejada. Sintomático. Esa última no plantea un reto, sino una huida.

Viene un tsunami

Aun así, misterios de esta atmósfera parisina tan inescrutable y tan cambiante, Alcaraz encuentra un hueco por el que entrar momentáneamente en el partido, pero este no responde tanto a los méritos —más corazón que argumentos— como al ligerísimo bache que acusa Sinner, interceptado por el mordisco anímico de la grada. 5-4, 5-5. Hay reenganche. Se corta rápido. Será un espejismo. Al desempate, el italiano se desenvuelve de manera imperial, levitando, descargando, dibujando un paralelo que vuela y cae aniquilador cerca de la cruceta; soltando finalmente un derechazo cruzado en carrera que directamente alcanza la perfección. Aquí me tenéis, aquí estoy yo: tenso, raso, escorado.

No hay piernas ni defensa que neutralicen eso, ni siquiera las de alguien con tanta cilindrada. Se gira el español hacia los suyos y lamenta: ¡A la línea, de línea en línea! ¡Y así todo el rato! ¿Acaso no lo veis? Feo, feo. Harto complicado. Nunca ha levantado un 2-0, los ocho precedentes le empujan hacia el abismo. Y esto es noticia: no le sale una sola dejada. Encaja además en el tercero un break de entrada y amenaza esa bola para el 2-0; de confirmarse, sería una situación prácticamente terminal. Entonces suena el We Will Rock You de Queen y, a falta de inspiración, bien vale la receta de toda la vida. La opción casera, siempre la mejor. Muy básico, muy efectivo: sencillamente, bolas dentro y escudo. Endurecerlo. Y que arriesgue el otro.

Alcaraz, en la red.Clive Brunskill (Getty Images)

Denostado, el pasabolismo puede convertirse muchas veces y en función del momento en la solución más inteligente. En este caso, la sencillez va perturbándole a Sinner, quien cede, reacciona y se enmienda, pero que vuelve a dejarle espacio. Entrar. Crasísimo error. Sorprende el patinazo, le cuesta el set. Y se clava Alcaraz sobre la arena e invoca durante cinco segundos, retador. Dedo a la oreja. Se CristianoRonaldiza. Seguramente el gesto no le haya hecho ninguna gracia a Sinner, que adivina peligro e intenta por todos los medios que no se invierta la curva emocional: ahí hay un tipo creciéndose, agigantándose, ha salido el español del agujero. Y por ahí se le puede escapar. ¿Viene un tsunami? Así es. O se envalentona, o está perdido.

No le conviene de ningún modo, dicen los registros, que se estire el pulso porque nunca ha salido victorioso de ninguno que rebasase las cuatro horas. Bien lo sabe, pero al perdón (con mayúsculas) le sucede un castigo monumental. Directo al callejón sin salida. Sirve y dispone de tres puntos de partido, pero él, magnífico sacador, no atina y se le viene encima una irrefrenable marabunta de fantasmas. Quién sabe, es joven, tiene 23 años; pero quizá ese 5-3 y 0-40 le persiga siempre. Alcaraz, vuelta a la vida, tira ahora dejadas majestuosas, lo devuelve todo (hasta cayéndose), hace diminuta la pista y le fríe el ánimo. Le saca de sus casillas. Un bocado y otro y otro y otro. Así, hasta el final.

Lo hace el de El Palmar a su manera, tradicionalmente a lo grande. Y, por ahora, no funciona nada mal la fórmula.

EN LA LÍNEA DE DJOKOVIC Y GAUDIO

A. C. | París

Más de la mitad de los trofeos (20) que ha logrado Alcaraz han sido en arcilla, la superficie sobre la que se crio tenísticamente; sin embargo, no aquella a la que un principio se adaptaba su mejor tenis. El tiempo, sin embargo, ha desvelado que se ha convertido en un competidor total.

El murciano juega tan bien en tierra (11) como en dura (6) como hierba (20). “Se mueve como un ovni. No juega a la defensiva ni siquiera cuando está en un ángulo de la pista. Tiene todas las cualidades del Big Three [Djokovic, Nadal y Fededer], quizá incluso alguna más”, defiende Andre Agassi.

Más allá de interpretaciones y comparaciones, el tenista español ya es uno de los tres que han conseguido salvar bolas de partido en una final de un grande. Antes lo lograron el argentino Gastón Gaudio —una en la final de París de 2004, ante Guillermo Coria— y el serbio Novak Djokovic —dos en la de Wimbledon 2019, frente a Roger Federer—. 

Was this article displayed correctly? Not happy with what you see?

Tabs Reminder: Tabs piling up in your browser? Set a reminder for them, close them and get notified at the right time.

Try our Chrome extension today!


Share this article with your
friends and colleagues.
Earn points from views and
referrals who sign up.
Learn more

Facebook

Save articles to reading lists
and access them on any device


Share this article with your
friends and colleagues.
Earn points from views and
referrals who sign up.
Learn more

Facebook

Save articles to reading lists
and access them on any device