Portugal regresa a las urnas tras la caída del Gobierno por la empresa del primer ministro | Internacional | EL PAÍS


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Portugal's Snap Elections

Portugal is holding its third election in three years, with the conservative coalition AD, led by Luís Montenegro, projected to win but lacking a clear majority. The main issue is whether a coalition with the far-right Chega party will be necessary for government stability.

The Spinumviva Controversy

The election stems from controversy surrounding Spinumviva, a family business of the prime minister Luís Montenegro, which continued operating after he assumed office. While no illegalities have been found, Montenegro's handling of the issue created a political crisis. Public opinion polls indicate that Spinumviva's issues are not highly relevant to many voters, although some experts highlight this as a major ethical concern, showing a disregard for republican values.

Political Landscape

The elections reveal a right-leaning political climate in Portugal. A majority of the last parliament were from right-leaning parties, which is partly due to a rightward shift in younger voters and disillusionment with the Socialist Party's ability to address issues such as low wages and high housing costs. The far-right Chega party, led by André Ventura, is also a significant factor, attracting considerable support from younger men.

Voter Turnout and Trends

Voter turnout has been historically low in Portugal's recent elections, in part due to the rising support for Chega, which has led to a wider range of voters participating, while the Socialist Party struggles to connect with younger voters.

The election will determine whether Chega solidifies its position as a major party, or whether its influence diminishes. It will also demonstrate whether Portugal’s drift toward the right continues.

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Los portugueses votan este domingo por tercera vez en tres años para decidir quién gobernará el país en tiempos inciertos. Portugal es el segundo país comunitario que más ha frecuentado las urnas en la última década, solo superado por Bulgaria. Los sondeos se inclinan por la victoria de AD, la coalición conservadora que lidera Luís Montenegro, aunque sin holgura para prescindir de socios. Y esto conduce a la incógnita de si el cordón sanitario frente al ultraderechista Chega se mantendrá o será sacrificado para buscar un gobierno más estable que el anterior. Montenegro ya ha mostrado que está dispuesto a pactar con Iniciativa Liberal, cuarta fuerza parlamentaria, pero podría ser insuficiente.

Estas elecciones derivan de la existencia de Spinumviva, una empresa familiar que el primer ministro mantuvo operativa después de llegar al cargo en abril de 2024. En su economía doméstica siguieron entrando los pagos de empresas. En todo este tiempo no ha aflorado ninguna ilegalidad, pero sí una táctica de ocultación reiterada de datos por parte de Montenegro, tanto a los diputados del Parlamento (llegó a decirles que tenía más cosas que hacer que contestar a sus preguntas) como a la Entidad de la Transparencia, a la que solo recientemente notificó la lista de todos los clientes de Spinumviva. A pesar de ser el detonante electoral, la cuestión no ha sido central durante la campaña.

En el sondeo del diario portugués Público publicado este viernes, el 43% de los encuestados respondió que el caso de la empresa familiar de Montenegro era poco o nada importante para decidir su voto. Más relevantes eran los debates, la campaña o la gestión del Gobierno durante el apagón. Para la economista Susana Peralta, esta irrelevancia resulta “gravísima” por mostrar “una cierta renuncia de los valores republicanos”. “Se pueden tener ideologías distintas, pero deberíamos querer librarnos de las personas con comportamientos poco éticos. Las personas parecen no percibir el riesgo de los conflictos de intereses. Cualquier empresa que desee acercarse al primer ministro puede convertirse en su cliente. Ahora se la ha pasado a sus hijos pero sigue teniendo el domicilio fiscal en su casa. Existe cierto grado de confusión entre legalidad y ética”, explica por teléfono la profesora de la Nova School of Business and Economics de Lisboa.

El barómetro sobre corrupción publicado por la Fundación Francisco Manuel dos Santos constata que la mayoría de los portugueses “tienen una definición legalista de la corrupción”. “Eso puede llevar a excluir la calificación de corrupción de un conjunto de comportamientos y prácticas legales, pero éticamente censurables”, señalan Susana Coronado y Luís de Sousa, autores del estudio, que observaron cierta tolerancia hacia tipos de corrupción política como las puertas giratorias o la cunha (el enchufe).

Montenegro ha hecho una campaña cómoda, aunque empezó trastabillada al conocerse que había revelado a la Entidad de Transparencia, a petición de esta, la lista con siete clientes desconocidos de Spinumviva, entre ellos algunos con contratos con el Estado. A veces se ha irritado ante preguntas de la prensa por el asunto, pero la sensación en sus filas es de optimismo y de que saldrán reforzados en estas elecciones (34% en el último sondeo, seis puntos encima de los resultados de 2024). “Una mayoría mayor”, reclamó el primer ministro en sus actos. La convicción de que Spinumviva no les quema es tan plena que uno de sus clientes, el empresario de gasolineras Joaquim Barros Rodrigues, que pagó casi 200.000 euros a la empresa, acudió al mitin que el primer ministro dio en Braga hace unos días y respondió a preguntas de la prensa.

Hace 50 años los portugueses votaron por vez primera tras una larga dictadura. Lo hizo el 91,6% de la población para elegir la Asamblea constituyente que redactó la Constitución. Una mayoría propia del hambre de democracia que ha pasado a la historia. En la última década la abstención no ha bajado nunca del 40%. La indiferencia fue máxima en 2019, cuando superó el 51%. En los comicios de 2024 la participación mejoró en parte por el tirón de Chega, la formación ultraderechista liderada por André Ventura, que atrajo muchos nuevos votantes y se convirtió en la tercera fuerza parlamentaria, con más de un millón de votos y 50 diputados. La diferencia entre AD y el Partido Socialista, liderado por Pedro Nuno Santos, fue entonces de poco más de 50.000 votos.

El resultado de las urnas revelará este domingo si el proyecto hiperpersonalista de Ventura se convertirá en un partido estructural del sistema, que puede aspirar a gobernar el país a semejanza de Italia o Francia o si comienza a desinflarse. Los escándalos que rodearon a algunos de sus representantes en el último año no parecen penalizarle en las encuestas (un 19% de apoyo en la más reciente). A pesar de sus problemas de salud, Ventura reapareció en el último acto del partido en Lisboa, consciente de que es el principal activo. O más bien el único activo capaz de arrastrar masivamente votantes a las urnas. El acto acabó en catarsis de llanto, del líder y de sus seguidores.

André Ventura, durante el útimo acto de campaña de Chega en Lisboa.ANTONIO COTRIM (EFE)

Nadie duda de que la Asamblea de la República que salga de estas elecciones tendrá de nuevo una mayoría de derechas. La que acaba de disolverse contaba con un 60% de diputados, sumadas las tres formaciones que abarcan todo el espectro desde el centroderecha hasta la ultraderecha (AD, Iniciativa Liberal y Chega). Ha sido el tercer Parlamento con más irrelevancia de la izquierda de toda la democracia, solo superado por los dos mandatos del conservador Aníbal Cavaco Silva, entre 1987 y 1995.

Esta evolución, en opinión del politólogo António Costa Pinto, no responde tanto a un giro conservador en los valores de la sociedad portuguesa, “sino a un nuevo ciclo tras ocho años de gobernación socialista y un giro a la derecha del voto joven”. “El voto de protesta de la gente menos formada va hacia Chega y de los más formados, a la Iniciativa Liberal. El Partido Socialista tiene un electorado envejecido y de jubilados, con miedo a la que la derecha les recorte las pensiones y privatice el Servicio Nacional de Salud”, explica en un mensaje.

El candidato socialista, Pedro Nuno Santos, recorre el Chiado, en Lisboa, durante el último día de campaña electoral.JOSE SENA GOULAO (EFE)

Los socialistas muestran una sólida base electoral, pero también incapacidad para atraer nuevos votantes, a la vista de los sondeos, donde rondan el 26% (dos puntos menos que en 2024). Su principal dificultad reside en la conexión con los jóvenes, compartida también con AD. “Los jóvenes se enfrentan a problemas como los bajos salarios y los precios elevados de la vivienda, que les empuja a veces a emigrar. Esa insatisfacción les lleva a rechazar soluciones que consideran agotadas y a apostar por alternativas a los partidos tradicionales de gobierno, favoreciendo a los nuevos como Iniciativa Liberal o Chega como forma de protesta”, explica el profesor de Ciencia Política de la Universidad do Minho, José António Passos.

El fenómeno no es exclusivo del país, como tampoco lo es la brecha de género en las preferencias electorales, especialmente acusada en Portugal. Después de Croacia, es el país de la Unión Europea donde hay más diferencia en las simpatías por la ultraderecha entre chicos y chicas. Según el estudio realizado por Javier Carbonell para el European Policy Center, por cada mujer menor de 25 años que vota Chega, existen casi cinco hombres.

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