No ganar la Euroliga ha sido un duro golpe para los dos gigantes del baloncesto griego. El Panathinaikos, campeón del ejercicio anterior, y el Olympiacos, líder de la temporada regular, llegaban a la Final Four de Abu Dhabi como grandes favoritos, pero ninguno superó las semifinales. Sus enormes presupuestos, sus largas plantillas, sus brillantes estrellas... Nada sirvió en el día clave y ahora, en lo que queda de curso, la presión es máxima.
Como casi siempre, los dos colosos han llegado a la final de la Liga Griega y la necesidad de ganar se ha multiplicado tras la decepción en la máxima competición europea. En el primer partido, se impuso el Panathinaikos por 80-68 y hubo detalles que en El Pireo dolieron más allá de la derrota ante el eterno rival, que ya es decir.
Los hermanos Angelopoulos, Panagiotis y Giorgos, propietarios del Olympiacos, emitieron un comunicado en un tono muy duro para que sirviera de adventencia a jugadores y cuerpo técnico. “Lo que vimos esta noche en el OAKA no es el equipo que hemos visto durante todo el año. Sería bueno que todos se presentaran el domingo como corresponde, porque se nos está acabando la paciencia. La gente volverá a estar ahí para apoyarnos. Exigimos que el equipo también se presente”, escribieron.
Lo cierto es que la continuidad de Giorgios Bartzokas, entrenador del conjunto rojiblanco, está muy en el aire. Antes de la Final Four ya se comentaba que, pese a tener contrato para la próxima temporada, podría ser destituido si no ganaba la Euroliga. La derrota en semifinales ante el Mónaco fue dolorosa y no han tardado en aparecer los rumores que colocan a Vassilis Spanoulis, su verdugo desde el banquillo monegasco, en el Olympiacos, club en el que fue leyenda como jugador.
La advertencia de los hermanos Angelopoulos no ha sido la única que ha habido desde los despachos en la final de la Liga Griega. Antes de que comenzara, Dimitris Giannakopoulos, el polémico dueño del Panathinaikos, hizo un discurso para sus jugadores en los trataba de insuflarles carácter para los duelos ante el vecino Olympiacos. "Este verano, si no ganamos el título, algunos estarán en Mykonos, otros en Paros, Santorini o donde sea. Yo estaré en casa porque donde quiera que vaya, se quejarán y me insultarán”, decía.
Y aseguraba que “esto es más importante que la Euroliga. Si me respetan, si creen que estoy cerca de ustedes, si están en este equipo durante un par de meses o dos años, cualquier cosa que no sea un 3-0 será inaceptable. Son el mejor equipo de Europa, con la mejor plantilla y el mejor entrenador. Tenemos la mejor cancha de Europa y la mejor afición. Les pido y les suplico que lo hagan por mí! Les miro a los ojos. Háganlo por mí. Pueden acabar con ellos. ¡Destruirlos! ¡Ganar!".
Con discursos así, las batallas de la antigua Grecia pueden quedarse en juegos de niños comparado con esta final, más tensa y con más presión por ganar que nunca.
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