Margarita Robles (un bluf) y el ministerio fantasma


This article critiques Margarita Robles' performance as Spain's Minister of Defence, arguing that she has been ineffective and politically irrelevant, contrasting her with previous ministers who left a stronger mark.
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Cuatro de octubre de 2014. Entrevista a Pedro Sánchez, nuevo secretario general del PSOE, en la contra del diario El Mundo

P. ¿Qué ministerio sobra y qué presupuesto falta?

R. Falta presupuesto contra la pobreza y la violencia de género y sobra el Ministerio de Defensa.

La escalada de Robles

Ya apuntaba maneras el hoy presidente del Gobierno. Maneras de profunda incultura política y de escasa responsabilidad estadista. Solo cuatro años después de esa declaración, entregó el Ministerio de Defensa a Margarita Robles, que había medrado, como tanto otros, durante los gobiernos de Felipe González. Fue con el sevillano en la Moncloa subsecretaria del ministerio de Justicia (1992-94) y Secretaria de Estado de Interior (1994-96) y siguió escalando después profesionalmente como vocal del Consejo General del Poder Judicial y magistrada de la Sala Tercera del Supremo.

Cuando Sánchez le encomendó el Ministerio de Defensa se suponía que lo hacía a una persona con formación jurídica y experiencia política para desempeñar una responsabilidad cualificada, muy especialmente, como de Estado. Hoy puede afirmarse sin reserva que, cuando Robles ha tenido la mejor y más crítica oportunidad de demostrar su capacidad, ha fracasado. Es una ministra irrelevante, hasta el punto de haber convertido su departamento en un fantasma administrativo, sin fuerza política, sin relevancia pública o mediática, justo cuando el desafío de la defensa, en España y en Europa, es una cuestión casi existencial en las democracias liberales.

Cuando Margarita Robles ha tenido la mejor y más crítica oportunidad de demostrar su capacidad, ha fracasado

Entre el presidente del Gobierno y el ministro de Asuntos Exteriores, han pinzado a una Robles cuya decisión más destacada en los últimos meses ha sido la de prohibir que unas guarniciones del ejército desfilen en Madrid en la festividad del 2 de mayo. Prioridad gubernamental: fastidiar a Ayuso. Poca cosa. Falta por saber si prohibirá también a la Legión desfilar en Málaga el próximo Jueves Santo, 17 de abril, porteando al Cristo de la Buena Muerte (o Cristo de Mena). Que se encargue de estos ‘trabajitos’ toda una ministra de Defensa da bajón, la verdad.

Mientras tanto, las Fuerzas Armadas han perdido el 10% de sus efectivos: de 130.039 en 2014, han pasado a solo 116.961. Cae un 34% el número de aspirantes a tropa y un tercio de los oficiales supera la edad de 50 años. Tan aguda es la crisis que el Gobierno pretende incorporar 20.000 efectivos más, pero a lo largo de la próxima década, hasta llegar a los 140.000, según el Objetivo de Capacidades Militares (PCM). ¿Qué ha hecho el ministerio de Defensa en estos últimos siete años?

Gutiérrez Mellado y Narcís Serra

Hubo dos ministros de Defensa —departamento que fue el resultado de la fusión en 1977 de los tres ministerios militares del franquismo— Manuel Gutiérrez Mellado (1977-82) y Narcís Serra (1982-91), que dejaron huella. El primero, al que Suárez elevó a vicepresidente primero del Gobierno para Asuntos de la Defensa, porque se enfrentó a la efervescencia golpista de los últimos reductos franquistas en las Fuerzas Armadas, y el segundo, nombrado por Felipe González, también elevado luego al rango de vicepresidente, porque ejecutó una profunda reforma militar bajo el criterio de insertar a los tres ejércitos, sin sombra alguna, en el sistema democrático. Lo consiguió.

La ministra de Defensa, Margarita Robles. (Europa Press/Eduardo Parra)

Suárez, González y Aznar no tuvieron reticencias a la hora de nombrar a ministros con una trayectoria de valía y brillantez superiores a las suyas. Incluso Rajoy y Zapatero. González, además, fichó para ese ministerio a un independiente, Eduardo Serra, Sánchez se ha rodeado de mediocres (José Luis Ábalos fue su mano derecha) y los que profesionalmente no lo son (Nadia Calviño, José Luis Escrivá o Teresa Ribera) se han acomodado en mejores destinos.

La cabeza de la directora del CNI

Se pudo pensar que Margarita Robles destacaba sobre sus colegas, pero ha defraudado tanto como Grande-Marlaska, con el que mantiene unas pésimas relaciones. El ministro de Interior le ha ganado todas las partidas, especialmente, la del control de la Guardia Civil, fuerza de seguridad del Estado, pero también Instituto Armado de carácter militar, con dependencia de los dos ministerios.

El episodio más incalificable fue la decapitación de la directora del CNI, Paz Esteban, para satisfacer a los separatistas catalanes

El episodio más incalificable protagonizado por Margarita Robles fue, sin duda, en mayo de 2022, la decapitación de la directora del Centro Nacional de Inteligencia, adscrito a su ministerio, Paz Esteban, para satisfacer a los separatistas catalanes. Ella permitió, y Meritxell Batet ejecutó, que estos y Bildu se metieran hasta la cocina de la inteligencia del Estado formando parte de la comisión de secretos oficiales del Congreso de los Diputados. Sin olvidar la intrusión en los teléfonos del presidente del Gobierno y en el suyo (sin atribución de autoría, pero sin descartar que Marruecos estuviese detrás de semejante operación), que desató el ‘caso Pegasus’. Un episodio que le dejó más debilitada aún de lo que estaba cuando asumió la dirección de un ministerio que le ha venido grande. ¿Se enteró del cambio de política respecto de Marruecos en marzo de 2022?, ¿Cuál ha sido su papel en la defensa de Ceuta y Melilla?, ¿Nada que decir? Ni en sueños se celebrará en septiembre el centenario del desembarco de Alhucemas, un éxito militar —quizás el último— acontecido en 1925. Molestaría a Rabat. Robles, en fin, tampoco se ha distinguido en su obligada cobertura a la Corona en los viajes del Rey. Su inicial ausencia como ministra de jornada cuando Felipe VI viajó a los países bálticos y su incorporación a última hora, resultó uno de sus resbalones institucionales más llamativos.

Ni está ni se le espera

Cuando España necesitaba un Gobierno de hechuras, con una responsable de Defensa sólida, tiene al peor de los posibles — con partidos de extrema izquierda, anti atlantistas— y a una ministra desaparecida, sin presencia en la Unión Europea, sin capacidad de referencia en los medios de comunicación y social y políticamente invisible. El de Robles es otro caso de inconsecuencia entre su bagaje personal — formación, experiencia, criterio propio— y su gestión política. Como ocurre a otros ministros sin carné del PSOE y, por ello, supuestamente más independientes o menos gregarios, Robles es tan dócil a Sánchez como sus más conspicuos guardias pretorianos. Algunos, y no es su caso, pueden argüir que pertenecen a la nueva hornada del socialismo populista. Ella no. Ella viene de los años noventa, del felipismo y de escalar también en su carrera profesional a la sombra de aquel PSOE. La pregunta es, aunque retórica, necesaria: ¿le compensa seguir en el cargo a costa de cargarse lo que le queda de reputación? Un bluf (persona o cosa revestida de un prestigio falto de fundamento).

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