Ramón Campos (Noia, 1975), más que el 'true crime', adora a 'ET El Extraterrestre'. Es una especie de Spielberg a la española, seriéfilo desde la ... infancia, entusiasta y cafetero (funciona a diez tazas al día). Un enamorado del audiovisual en todas sus formas que ya tiene tantas producciones como años, muchas laureadas. Ahora presenta 'La viuda negra' en Netflix. Firmada por Carlos Sedes y con un elenco de actores de primer nivel (Carmen Machi, Ivana Baquero y Tristán Ulloa), es el primer largometraje sobre los terribles acontecimientos que acabaron con la vida del ingeniero de Novelda Antonio Navarro en 2017: el crimen de Maje y su amante Salva. El crimen de Patraix.
-Caso Asunta, caso Alcàsser y ahora 'La viuda negra'. ¿Qué siente ante el estreno?
-Tranquilidad. Dos jueces nos asesoran en todos los 'true crime': Gustavo Martín y Mari Paz Montiel. Creemos que hemos respetado a la víctima. No mostramos ni el asesinato ni el cadáver. No hacemos sangre. Nos centramos mucho en los criminales. Eso me da tranquilidad moral.
-¿De dónde nace su interés por esta historia?
-Nos pidieron colaboración para intentar limpiar la última conversación de Maje y Salva (el encuentro en Torrent en una cafetería en el que hablaron de las llaves que ella entregó a su amante para entrar en el garaje y matar a Antonio). Era una conversación con mucho ruido. Cuando la escuché dije: «Uy, ¿qué es esto?». Empecé a documentarme y quedé fascinado.
-Sus trabajos buscan una adaptación casi milimétrica a lo real. ¿En qué puntos ha buscado aquí esta exactitud narrativa?
-En casi toda la parte policial. Incluso contamos la historia de Blas Gámez, el subinspector fallecido (acuchillado por un descuartizador al que trató de identificar en septiembre de 2017). Tuvimos la fortuna de hablar con Esther Maldonado (exjefa de Homicidios) y que nos contase cómo vivió el caso. Pudimos escuchar las llamadas (de los asesinos) y teníamos la documentación, lo que se escuchó en el juicio. Y la fortuna de hablar con personas que estuvieron allí.
-Pasan casi tres años entre el crimen y la condena de los asesinos. ¿Por qué una película y no un documental o una serie?
-Otra gente ya estaba haciendo eso. Cuando planteamos la idea a Netflix y tuvimos la estructura que la gente verá, comprendimos que pegaba con un largometraje.
-¿Cómo hacer interesante en guion algo que ya está contadísimo informativamente y sabemos el final? ¡Aquí no hay posible 'spoliler'!
-El caso es un 'spoiler', el título es un 'spoiler'... Cuando haces un documental o un reportaje miras por el ojo de la cerradura. Nosotros decimos: «Ven con nosotros. Vamos a abrir la puerta y vas a poder entrar dentro de la habitación y mirar desde dentro«. Es la gran diferencia.
-¿Cómo ha sido el interés del crimen de Patraix fuera de Valencia?
-Hay casos que traspasan fronteras cuando hay algo incomprensible. La pregunta de por qué una chica prefiere ser viuda a divorciada es muy difícil de desentrañar.
-La película se estrena en una gran plataforma como Netflix. No va a pasar desapercibida. ¿Cómo se la tomarán las familias?
-Decidimos cambiar los nombres que estaban alrededor (los asesinos sí se citan con nombre y apellido). También son víctimas. Que la memoria del asesinado no se viera afectada era clave. No contar el asesinato tal cual, no mostrar el cadáver. La crónica negra hace daño. En el periódico, en el informativo, en los programas... Eso no se puede evitar, pero minimizarlo es lo mejor que podemos hacer.
-En su búsqueda de realismo, ¿no estuvo tentado de rodar en Novelda?
-Desde el principio decidimos que no. Si sólo Maje hubiera sido de allí nos lo hubiéramos planteado. Pero el hecho de que la víctima también lo sea marca una frontera que no traspasamos. Rodamos las escenas rurales en otros pueblos. En puntos del caso en Valencia donde podíamos herir sensibilidades preferimos Madrid, como el garaje del asesinato.
-Pero sí vemos la Ciudad de las Artes y las Ciencias, la zona donde vivía el amante publicista de Maje y se citaba con él, el Umbracle.
-La casa estaba por aquella zona, sí. Pero ese piso nos permite contar un viaje metafórico de la vida de Maje. A ella nadie le pone rejas, se las pone ella sola (en referencia al enjaulamiento que la asesina percibía en su pueblo). Ella sale de Novelda, va a Patraix y en Valencia intenta ir cada vez más al mar.
-Entiendo. Hay una simbología en los lugares.
-Sí. Su piso está en una calle pequeñita. El hospital (su lugar de trabajo) tiene rejas, incluso fuera. Cuando recibe mensajes, hay una escalera de incendios con rejas. Ella es de una generación hija de las redes sociales. Aspira al sueño de una vida que no tiene. Grandes restaurantes, grandes discotecas, una vida maravillosa... Exhibir y aparentar para ella creo que es importante.
-Maje y Salva son contradictorios, incomprensibles. ¿Qué rasgos buscaba en sus intérpretes?
-En el caso de Ivana Baquero (Maje), esa ligereza. A pocas semanas del asesinato habla con una ligereza desconcertante en sus llamadas. En el caso de Salva, alguien que sufre. Salva no era una mala persona. Entonces, ¿qué proceso ha pasado? Y, de repente... ¡Ostras! Hasta una buena persona puede llegar a asesinar. De Maje también hablaban muy bien. No podíamos presentarla como 'la gran mala'. Era cariñosa con sus sobrinos, con los ancianos que cuidaba...
-¿Contactaron con los personajes reales para comprenderlos mejor?
-Con los asesinos, no. Carmen Machi (Eva, con la E de Esther), sí contactó con la jefa de Homicidios para inspirarse en su personaje. No en su vida personal, pero sí en cómo se enfrentaba a los casos.
-¿Cómo se sintió Ivana Baquero al saber que encarnaba a una de las asesinas más mediáticas de España?
-A nivel interpretativo, fue un caramelo. Igual que para Tristán. Ellos tuvieron acceso a mucha hemeroteca de LAS PROVINCIAS, a los reportajes, a la documentación...
-¿Qué pensarán Maje y Salva cuando vean 'La viuda negra'?
-Entiendo que no les gustará. A nadie le gusta ver un retrato más o menos fidedigno de su vida, aunque sea de ficción.
-¿Y la familia de Antonio?
-No creo que deban verla. No creo que les haga ningún bien. Pese al respeto y cautela que hemos puesto, no les va a aportar nada nuevo.
-¿Y la exjefa de Homicidios de Valencia?
-Ya la ha visto y le ha gustado mucho. Ha visto el caso reflejado y le ha gustado el homenaje a Blas Gámez. Se emocionó y nos ha dado su 'bendición'.
-'Fariña', 'El caso Asunta', '800 Metros'... ¿Por qué esa fascinación por el crimen y el delito?
-Soy periodista de formación. La crónica negra es parte de la sociedad y no podemos darle la espalda. Habla del momento en que vivimos, de la sociedad.
-Junto con 'El caso Alcàsser' es la segunda vez que sus trabajos se centran en Valencia. ¿Somos una región especialmente criminal?
-Los crímenes en Valencia tienen como una explosión. Mejor dicho, una repercusión que en otros lugares no tienen. Pero posiblemente luego lo miramos en porcentajes y hay tantos crímenes en Valencia como en otros lugares.
-Y ahora, una desgracia de dimensiones históricas con la dana. ¿Llegará al cine o al documental de grandes plataformas? ¿Ve algo como 'Lo imposible' de Bayona'?
-Nosotros trabajamos con Carles Tamayo ('Cómo cazar a un monstruo') en un documental. Queremos contar qué sucedió en el minuto a minuto. Aún debe reposar todo para poder analizarlo en el tiempo. Yo lo veo como un largometraje documental. Estamos buscando todo el material posible de ciudadanos, nada de las televisiones: mensajes, llamadas, audios... Para hacer un retrato de lo que sucedió ese día tal cual. Cuando tú cuentas algo en tiempo real es imposible mentir. Miente el que ve lo sucedido y luego empieza a añadir mentiras. La intención es que sea estrenada en cine y luego que vaya a plataformas.
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