Sergio del Molino's book, 'Contra la España vacía,' describes his experience of disorientation in a Spanish city, unable to differentiate it from others due to their architectural and commercial homogeneity. This reflects a broader crisis of identity in many Spanish cities, where chain stores and generic architecture dominate, overwhelming local character.
The author contrasts this homogenization with the strong sense of community and identity found within his own neighborhood, highlighting the unique character of local shops, businesses, and social interactions. These local establishments foster a sense of community and belonging that large chain stores lack.
The article ultimately argues that rediscovering and preserving the authentic identities of neighborhoods is crucial, not only for residents but also for preserving the unique character of Spanish cities and distinguishing them from one another. The author suggests that returning to the essence of local life is key to maintaining a distinct sense of place.
En su libro 'Contra la España vacía', el escritor Sergio del Molino cuenta una crisis de angustia que le reveló un rasgo de las ciudades ... españolas: su falta de singularidad y cómo en ellas lo idéntico ha derrotado a lo identitario. Resulta que había llegado a una capital de provincia española para participar en una bienal de arte contemporáneo y estaba muy cansado. «Era una época en la que viajaba muchísimo, cuenta en el libro, cada semana tenía tres o cuatro compromisos en distintas partes de España».
El caso es que comió, se echó una breve siesta, se duchó, salió del hotel y decidió callejear un rato para despejarse. El problema es que, a las pocas manzanas, se quedó parado y se dio cuenta de que no sabía dónde estaba. No se había perdido, simplemente no sabía en qué ciudad se encontraba, su mente se había quedado en blanco y en la calle no hallaba ninguna pista que le permitiera situarse. «Los comercios, las aceras, los edificios, el mobiliario urbano, todo, absolutamente todo, era igual a cualquier otra ciudad», escribe. Intentaba encontrar pistas que le aclararan si aquella capital era mediterránea o atlántica, del norte o del sur y no las encontraba.
Afortunadamente, se paró a su lado una furgoneta comercial, leyó la dirección de la empresa y descubrió dónde estaba: en Cáceres. Recordó entonces que debía participar en un encuentro con artistas en el museo Helga de Alvear. Sergio del Molino reconoce que los cacereños estarán sorprendidos de su incapacidad para reconocer su inconfundible ciudad, pero «lo cierto es que todas las ciudades de provincia españolas se parecen muchísimo más de lo que sus más chovinistas vecinos están dispuestos a admitir».
Por los datos que aporta Del Molino (su hotel estaba a media hora caminando del Helga de Alvear), parece evidente que su crisis de angustia debió de producirse por la zona moderna de la ciudad, Gil Cordero, avenida de España, Virgen de Guadalupe, no por la singular ciudad monumental, pero su experiencia es comprensible: en Cáceres, en Salamanca y en Santiago de Compostela, en cuanto te aventuras por sus ensanches, te encuentras una vaca de Ale Hop, un Carrefour Exprés para los turistas de Airbnb, una franquicia de hamburguesas y una tienda portuguesa de Parfois. Esa pérdida de identidad no solo confunde a los turistas, que no encuentran alicientes más allá de la almendra monumental y característica de las ciudades, sino que también espanta a los nativos, que se sienten extraños en medio de tiendas repetidas, en un marasmo de perfumerías, clínicas odontológicas a pie de calle y salas de juego. Y así en Lugo como en Murcia, en Girona como en Huelva.
Cada vez me cuesta más salir de las fronteras de mi barrio. Solo en él encuentro identidad. Los bares tienen personalidad y favorecen la conversación y el desahogo, eso que ahora se llama socialización y resulta que permite vivir más años. Las tiendas son auténticas, de toda la vida: la mercería Isabel, donde hacen arreglos de costura; las confecciones La Torre, donde comprar las camisetas de tirantes de toda la vida; los Ibéricos de Acehúche y la carnicería El Túnel, que alegran mi alacena; la especializada Casa del Bacalao y hasta hay dos supermercados absolutamente locales: Tambo y Provecaex.
Es verdad que mi barrio parece Las Vegas y en 300 metros hay siete puntos de venta de boletos, lotería y juegos de apuestas, pero hasta en eso hay diferencia y personalidad y cinco de ellos son atendidos por vecinos entrañables. Para sentirse de Cáceres y no de cualquier ciudad de España hay que volver a las esencias, volver al barrio.
If you often open multiple tabs and struggle to keep track of them, Tabs Reminder is the solution you need. Tabs Reminder lets you set reminders for tabs so you can close them and get notified about them later. Never lose track of important tabs again with Tabs Reminder!
Try our Chrome extension today!
Share this article with your
friends and colleagues.
Earn points from views and
referrals who sign up.
Learn more