La economía española tras el apagón


A recent widespread power outage in Spain highlights vulnerabilities in the country's electrical grid and serves as a case study in crisis management and infrastructure development.
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En 2008 se generalizó la metáfora de los cisnes negros de Nassim Taleb para explicar la crisis financiera. Cuando ves un cisne negro piensas que es una anomalía, cuando ves dos o tres piensas que los cisnes pueden ser negros. Yo trabajé de joven con arquitectos e ingenieros en grandes proyectos y siempre contaba que los ingenieros usan dos distribuciones de probabilidad habitualmente en sus cálculos; la normal y la de mayor riesgo. Por ejemplo, los ingenieros que hicieron la estructura de la Torre Picasso, que tenía la misma estructura metálica que las Torres Gemelas, habían estimado que un avión impactara contra la torre. El evento pasó y las torres resistieron, pero lo que no pudieron resistir es que el queroseno del avión que acaba de salir de Boston llenara los huecos de los ascensores, y el incendio hizo fundir el acero y la torre colapsó. Hoy en día los rascacielos se hacen con hormigón que no funde y las torres no habrían caído.

Hace menos de un mes se publicó un informe en todos los países de la Unión Europea sobre riesgos de apagones, en los medios se destacó el riesgo y Red Eléctrica en un comunicado innecesario e imprudente afirmó que no había ningún riesgo de apagón en España. Ayer todos los españoles pudimos comprobar que esa afirmación era falsa. La pregunta hoy es si estamos ante un cisne negro o podemos ver más apagones en el futuro. La semana pasada Repsol tuvo que parar la refinería de Cartagena por problemas de estabilidad en la red eléctrica y el ministro de Fomento, Óscar Puente, también informó de la caída de parte de la red de ferrocarril por la misma causa.

Por lo tanto, los cisnes son negros y podemos tener más apagones eléctricos en el futuro. Cuando uno se enfrenta a una crisis así es conveniente seguir la recomendación de Jared Diamond en su libro Crisis; lo primero es reconocer que hay una crisis. De momento la política de comunicación del Gobierno es no comunicar y mucho me temo que, como sucedió en la pandemia, la comunicación no será para informarnos de las causas reales, sino para hablar de lo buena que es nuestra red eléctrica para que los españoles no nos preocupemos.

Es cierto que tenemos una excelente red eléctrica. Red Eléctrica, el regulador de la red, se creó a principios de los años ochenta, el diseño de la regulación fue muy bueno y el desarrollo técnico espectacular, permitiendo que España convergiera con sus socios europeos en pocos años y revirtiendo el atraso que heredamos del franquismo. Fuimos pioneros en energía eólica de nuevo con un buen plan de política industrial de los gobiernos de Felipe González, de los que nació Gamesa, y que derivó a que hoy Iberdrola sea la empresa líder mundial en energías renovables. Todo este desarrollo se ha hecho con ingeniería y tecnología 100%. Hoy España tiene por primera vez desde la revolución industrial un coste energético más barato gracias a las renovables y a tener mejores condiciones de sol y viento que nuestros socios europeos y no podemos desaprovechar esta oportunidad.

La industria necesita empresas de mayor tamaño que el sector servicios y paga un salario medio del doble, por lo tanto, por primera vez, es posible conseguir pleno empleo con menor precariedad salarial en España. Tenemos muy buenas empresas en generación eléctrica, pero la red de transporte es un cuello de botella. La red de electricidad genera monopolios naturales y necesita la intervención del Estado y una buena regulación que en nuestro caso debe adaptarse a las directivas europeas. El diseño de nuestra red en los años ochenta era conectar grandes centrales de generación eléctrica, principalmente hidráulica, térmica y nuclear, con los centros de consumo. En los años noventa el reto fue integrar la energía eólica, se complementó con las centrales de gas y ciclos combinados, y en la última década, integrar la fotovoltaica.

Ahora el reto es desarrollar la acumulación con baterías y centrales hidráulicas de doble bombeo y conectar los nuevos centros de consumo, especialmente polígonos industriales. Hay muchas empresas europeas que les gustaría traer sus fábricas a España, más ahora con la guerra arancelaria de Trump, y no pueden porque no tienen conexión a la red eléctrica con la potencia que necesitan. La crisis de ayer puede ser una oportunidad si sirve para que los españoles seamos conscientes de lo necesaria que es nuestra red de transporte y presionamos a nuestros políticos para que la desarrollen correctamente. En política lo que no se ve no existe, pero paradójicamente ayer la oscuridad nos hizo ver la luz.

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Otro riesgo es la ciberseguridad. No hay que descartar que lo de ayer fuera un ataque y lo que sabemos es que los malos en ese nuevo mundo suelen ser rusos y los que nos ayudan tanto con tecnología como con inteligencia son los israelitas, y nuestro Gobierno tiene una estrategia diplomática lamentable con Israel. A mí y a millones de israelitas tampoco nos gusta Netanyahu, pero cortar nuestra relación comercial con nuestro principal socio tecnológico en seguridad, como hizo el Gobierno de Pedro Sánchez la pasada semana con el contrato de las balas, es una temeridad.

Aprovechar este reto y conseguir pleno empleo con menor precariedad es posible, necesitará mucha inversión y el sistema financiero y bancario es clave, y de nuevo la relación de este Gobierno con los bancos no es la más recomendable. Las inversiones y la financiación de la red y de las centrales de generación y acumulación eléctrica necesitan muchos años para recuperar el dinero invertido y necesitan seguridad jurídica y conseguir que el apagón de ayer no se vuelva a repetir.

En 2008 se generalizó la metáfora de los cisnes negros de Nassim Taleb para explicar la crisis financiera. Cuando ves un cisne negro piensas que es una anomalía, cuando ves dos o tres piensas que los cisnes pueden ser negros. Yo trabajé de joven con arquitectos e ingenieros en grandes proyectos y siempre contaba que los ingenieros usan dos distribuciones de probabilidad habitualmente en sus cálculos; la normal y la de mayor riesgo. Por ejemplo, los ingenieros que hicieron la estructura de la Torre Picasso, que tenía la misma estructura metálica que las Torres Gemelas, habían estimado que un avión impactara contra la torre. El evento pasó y las torres resistieron, pero lo que no pudieron resistir es que el queroseno del avión que acaba de salir de Boston llenara los huecos de los ascensores, y el incendio hizo fundir el acero y la torre colapsó. Hoy en día los rascacielos se hacen con hormigón que no funde y las torres no habrían caído.

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