Por tercera vez esta temporada, el Barcelona le hizo cuatro goles en una sola parte al Real Madrid. No aprende. No es un accidente: es el DĂa de la Marmota anunciando el fin de una etapa.
El dato serĂa demoledor si no fuera porque ... ya ha dejado de ser sorprendente. Era, hasta cierto punto, algo previsible. Lo cual deja claro el despropĂłsito defensivo (y fĂsico) del equipo blanco durante todo el año. Es una plantilla descompensada y desequilibrada. Sustituir a Kroos por MbappĂ© y pretender que todo lo demás siguiera exactamente igual –o mejor– es como querer que los lunes pasen a ser viernes: no se puede, y además es imposible.
Ahora mismo el Real Madrid es como ese 'gym bro' que ejercita hombros y espalda, pero se olvida de hacer pierna porque es aburrido y menos vistoso. Arriba tiene dinamita, pero abajo se resquebraja con solo mirarlo. Un coloso con los pies de barro.
Cuatro enfrentamientos directos, cuatro sonoras derrotas. En Madrid, en Barcelona, en Sevilla y en Arabia SaudĂ. Y tres tĂtulos celebrados por el eterno rival en el camino. Ahora es cuando entrará en acciĂłn todo el escuadrĂłn de excusas habitual: los árbitros, las lesiones, Negreira, los vendajes, Ancelotti, Tebas, el retorno de Saturno, Putin y los alienĂgenas que seguramente tambiĂ©n sean antimadridistas porque todos están contra nosotros. Y oiremos el «no se puede ganar todos los años», la cantinela del mediocre. Lo que haga falta con tal de no admitir que no se hicieron las cosas bien desde el verano.
Mirar para otro lado ahora no es solo autocomplaciente, es decadente. La realidad es que se ha llegado tan lejos como se ha podido en todas las competiciones con un equipo mal confeccionado. Es un traje hecho con buena tela, pero corto de mangas y piernas. Aspirar a ganar una Liga a domicilio ante el Barça actual con una defensa formada por Lucas, Asencio, TchouamĂ©ni y Fran GarcĂa es como querer tomar la Bastilla protegido tan solo con un «detente, bala».
Esta dejadez ha condicionado toda la temporada: ha afectado al juego, a la planificaciĂłn fĂsica y a Ancelotti, que no ha sido capaz de consolidar un once tipo con el que sentirse mĂnimamente a gusto. No ha tenido una estructura ni una identidad. Todo se ha acabado ya, y el Madrid sigue todavĂa enfrascado en probaturas y experimentos con gaseosa.
Ahora tocará echar a Ancelotti, la soluciĂłn fácil y previsible. Pero lo realmente preocupante es que no parezca haber nadie dentro del club que se atreva a decir que el rey está desnudo cuando se aspira a revalidar todos los tĂtulos posibles cambiando tan solo a Kroos por MbappĂ©, fantasĂa impropia de una entidad que presume de excelencia. No se puede competir en la Ă©lite con cuatro arriba, sin medio campo y con una defensa dotada de la solidez de un queso cheddar. Sin piernas no hay paraĂso.
Es difĂcil ganar seis Champions en diez años. TambiĂ©n lo es no ganar dos Ligas consecutivas en diecisiete temporadas. Si se presume de lo primero, tiene que escocer lo segundo.
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