Guía geopolítica para ver Eurovisión | Televisión | EL PAÍS


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Geopolitical Influences in Eurovision

This article from EL PAÍS examines the significant geopolitical factors influencing the Eurovision Song Contest. It highlights the controversies surrounding Israel's participation, including protests and boycotts, and how these tensions impact voting patterns. The article also discusses the complex history of Eurovision, touching upon the exclusion of Russia and the ongoing debate about the 'friendly vote' between neighboring countries.

Israel's Participation and Controversy

Israel's participation in Eurovision has been highly contentious. The article notes that the country's involvement in 2024 was particularly controversial due to the war in Gaza. There were protests and a letter signed by nearly 80 artists condemning the use of the contest to 'cover up' a 'genocide'. Despite the protests, Israel could potentially benefit from the polarization.

Flag Politics and LGBTQ+ Representation

The article analyzes Eurovision's inconsistent policies regarding flags. The ban on flags other than national ones in previous years led to absurdities, such as prohibiting even the European Union flag. While the policy in Switzerland is to allow any legally permissible flag, including the Palestinian flag, LGBTQ+ flags are banned. This decision has been criticized by the LGBTQ+ community as a setback for inclusivity.

Russia's Exclusion and Ukraine's Votes

Russia's exclusion from Eurovision following its invasion of Ukraine is discussed in the context of calls for similar action against Israel. However, the article clarifies that the European Broadcasting Union (EBU) distinguishes between the Israeli and Russian television entities. The article also highlights the significant support Ukraine received in past years due to the ongoing war.

The 'Friendly Vote' and Language Diversity

The article addresses the long-standing accusations of bloc voting ('friendly vote'), analyzing whether geographical proximity or cultural affinity influence voting patterns more than political alliances. While acknowledging the continued presence of this pattern, the article questions established academic findings that minimized political influence. A notable shift toward language diversity is also highlighted. The 2025 edition features a greater variety of languages than in previous years, a potential factor affecting cultural affinities in voting.

Spain's Role and Eurovision's Future

The article delves into Spain's role in Eurovision, discussing the historical context of the country's involvement and its relationship with politics. The article points out that Spain's 'Big Five' status, guaranteeing direct qualification to the finals, may be perceived as a privilege that has reduced its visibility. The overall conclusion acknowledges the political influences but also underscores the impact of the quality of the entries themselves, citing prominent winners whose success transcended political considerations.

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Bélgica no estará en la final de Eurovisión del próximo sábado, pero ha dejado su impronta en esta edición del festival. Y por partida doble. A la sorprendente eliminación de su representante, Red Sebastian, pese a llegar a Basilea como uno de los grandes favoritos para alzarse con el micrófono de cristal, se unió un nuevo boicot de los sindicatos de la televisión pública flamenca a la participación de Israel por la guerra en Gaza. Minutos antes de que arrancase la semifinal, se emitía un anuncio de una campaña con Oxfam con el mensaje: “Israel tiene voto en el Festival de la Canción. Palestina no”. El retorno de Eurovisión al terreno neutral de Suiza, el país que la vio nacer en 1956, no parece haber calmado, pues, las tensiones geopolíticas que han sacudido al festival en los últimos años y que estallaron el año pasado en Malmö. Entonces, el extremo celo de la organización para mantener al festival blindado de la presión del exterior desató una cadena de despropósitos, entre otros, la prohibición de llevar al recinto donde se celebraba el festival la bandera europea. Estas son algunas de las claves geopolíticas que pueden influir en las votaciones de este sábado.

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La participación de Israel

En siete décadas, el festival ha pasado de los siete participantes de Lugano (Suiza), en 1956, a los 37 de la actualidad. Europa decidió romper los corsés del primer núcleo de países occidentales y expandirse más allá de las fronteras de la Unión Europa. Tanto, que llegó a Marruecos, Turquía e incluso Australia, que sigue participando en el certamen. Desde 1973 también lo hace Israel, que ha ganado en cuatro ocasiones con temazos como A-ba-ni-bi, Hallelujah, Diva o Toy. La participación del país en 2024, sin embargo, fue muy polémica por la guerra en Gaza. Todo cuanto ocurría alrededor del escenario copaba casi más atención que lo que acontecía encima de él. La participación de Israel, cuestionada por países como España o Islandia, ha vuelto a situarse en la agenda del festival desde el primer día. Casi 80 artistas de varias ediciones, entre ellos la española Blanca Paloma, han enviado una carta la Unión Europea de Radiodifusión (UER) en la que denuncian que se está usando el festival para “encubrir” un “genocidio”. Y solo el primer día, durante el acto de apertura del pasado domingo, cientos de personas portaron banderas palestinas.

Yuval Raphael, representante de Israel en Eurovisión 2025, interpreta 'New Day Will Rise' en la segunda semifinal del certamen.Associated Press/LaPresse (APN)

¿Cómo se reflejan esas tensiones en los resultados? Al contrario de lo que cabría pensar, Israel se puede ver beneficiada de esa polarización. Ya ocurrió el año pasado: el jurado colocó la canción israelí en la 12ª posición, pero la campaña en redes sociales de quienes apoyan al país en ese conflicto la situó como segunda favorita para la audiencia. El voto pro-israelí se concentra, mientras que el que perseguía lo contrario se dispersó entre el resto de candidaturas.

La política de banderas

La UER sigue sin rumbo claro en ese terreno. La política en Malmö de permitir solo banderas nacionales llevó al absurdo de prohibir incluso las europeas. Para evitarlo, se ha decidido que el público podrá lucir toda aquella bandera que sea legal en Suiza, también la de Palestina. No así los participantes, que tampoco podrán llevar ninguna bandera LGTBIQ+ ni en el escenario ni en la llamada green room, en la que aguardan el veredicto del jurado y el público. El colectivo LGTBIQ+ lo ha definido como una “bofetada”. No solo porque considera que ha mantenido vivo el interés por el festival, incluso en sus años más oscuros, sino también porque Eurovisión ha sido una gran plataforma en la que han podido desafiar a los sectores más conservadores de sus sociedades. Lo hicieron Dana International en Israel, Verka Serduchka en Ucrania o las t.A.T.u en Rusia. Suiza, además, acoge el festival gracias a la victoria de Nemo, que en 2024 ya se vio obligado a colar una bandera que representa a las personas no binarias, colectivo al que pertenece. Su país no ha puesto solución a ese problema.

Nemo sujeta la bandera no binaria en Eurovisión 2024.Martin Meissner (AP/ LaPresse)

La expulsión de Rusia y los votos de Ucrania

Rusia, que participaba en Eurovisión desde 1994, fue excluida del festival a raíz de la invasión de Ucrania. A ello se agarran quienes piden que se haga lo mismo de Israel, aunque la UER argumenta que nada tiene que ver la televisión progubernamental rusa con la israelí. En 2022, tras la invasión rusa, los representantes ucranios recibieron la solidaridad del resto del continente y arrasaron en el televoto, desplazando al británico Sam Ryder y a la española Chanel. El apoyo a Ucrania —con un historial de muy buenas posiciones en el certamen— se diluyó en 2023, pero volvió a crecer en 2024, aunque con una canción que también obtuvo una muy buena nota del jurado profesional. Habrá que ver qué ocurre este año con un tema que ha pasado a la final, pero que las casas de apuestas situaban al inicio del certamen con unas probabilidades de ganar similares a las de España, es decir, de un 1%.

El ‘voto amigo‘

Es el gran sambenito que Eurovisión lleva arrastrando durante décadas. Los legendarios presentadores de la BBC o TVE eran capaces de predecir siempre votos. Y cuando no se cumplía para sus intereses, claro, se quejaban. No solían fallar: los doce puntos iban siempre de Irlanda al Reino Unido, de Portugal a España o de Chipre a Grecia. Sobre esas supuestas alianzas políticas basadas en votos se han escrito incluso sesudas tesis doctorales. Y estas concluían que apenas veían sesgo geopolítico en las votaciones, si no más bien motivaciones culturales generadas por los flujos migratorios o bien la proximidad geográfica. Ese patrón sigue produciéndose, por lo que es muy probable seguir viendo este año votos de Chipre hacia Grecia, entre los países nórdicos o entre los de los Balcanes. Aun así, el comportamiento del voto de los espectadores en las últimas ediciones bien merece que se revisen toda esa literatura que sostenía que en las votaciones de Eurovisión no hay política.

Las lenguas nacionales

Otra de las críticas recurrentes al festival es que las canciones no solo parecían responder a un mismo patrón, sino que incluso se cantaban en la misma lengua: el inglés. Y eso se veía como un empobrecimiento cultural en un continente con una gran riqueza lingüística. Incluso los grandes países, como España o Alemania, han llegado a sucumbir a esa tendencia. Pues bien, la edición de 2025 ha supuesto un volantazo y hay la mayor variedad de lenguas desde que en 1999 se flexibilizara la demanda de cantar en el idioma nacional. En total, hay 20 idiomas. Incluso Suecia, adicta al inglés, ha optado por un dialecto nacional para acudir al certamen. Y otros como Países Bajos o Suiza se han decantado por el francés, mientras que San Marino o Estonia incorporan el italiano. Sobre el papel, eso debe favorecer los votos entre países con más afinidades culturales.

KAJ, representante de Suecia, cantan 'Bara Bada Bastu' en Eurovisión 2025.Denis Balibouse (REUTERS)

Y España, ¿queda al margen de la política?

La miniserie La canción (Movistar+) reabre el debate sobre el rol que ha tenido históricamente la política en el festival al señalar las ansias del régimen franquista por hacerse con el primer puesto en Eurovisión, el rechazo de Joan Manuel Serrat a acudir con otra lengua que no fuese el catalán o la negativa de Massiel, ganadora en 1968, de regalarle una fotografía al dictador tras lograr el premio.

Sí, la política ha estado presente en España: al año siguiente a la victoria de Massiel, por ejemplo, Austria se negó a mandar a un representante a Madrid al considerar que hacerlo suponía blanquear la dictadura. Pero si el público español se plantea tanto el peso de la geopolítica es porque España no gana desde que Salomé se hiciera con otro triunfo en 1969, empatando con otros tres países más. En los últimos 30 años, solo en dos ocasiones un representante español ha subido al podio: en 1995 lo hizo Anabel Conde y en 2022, Chanel.

A España le pesa el hecho de pertenecer al big five, es decir, a los cinco países que más contribuyen económicamente al festival (Reino Unido, Alemania, Francia, España e Italia). Eso le permite pasar directamente a la final, pero algunos seguidores lo perciben como un cierto privilegio y, además, hasta ahora les restaba visibilidad al no participar en las semifinales. Por ello, es casi norma que solo uno o dos miembros del big five quede bien —y uno de ellos suele ser Italia—. Y este año, Francia parece llegar dispuesta a aspirar a todo.

Y, aun así, pueden olvidarse de todo esto

Sí, en Eurovisión hay política. Pero los ganadores del festival suelen ser incontestables. No solo los grandes nombres que se han alzado con el triunfo, como Abba (Suecia), Céline Dion (Suiza) o Katrina and the waves (Reino Unido). Echando la vista atrás, no pocas veces se antoja que ha ganado el mejor: Nemo, Loreen, Maneskin, Salvador Sobral… Incluso España a punto estuvo del chanelazo y Pastora Soler y Ruth Lorenzo se colaron en el top ten. Este sábado se podrá ver si Melody podrá lograrlo de nuevo o no con Esa diva. Si no lo consigue, habrá sido una oportunidad para una artista independiente de haber podido estar en un inmenso escaparate y cantar para millones de personas de todo el mundo. Olivia Newton-John, Bonnie Tyler o Julio Iglesias no ganaron y no les fue mal. No será el fin del mundo, sino de otro certamen más.

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