El programa actual tiene sus características propias. El título de la crónica así quiere decirlo. Cuerpos, todos los movimientos y contactos imaginables en los diecisiete bailarines, sensaciones específicas de una poética especial que referencia espacios ecológicos o mágicos, Así ocurre en 'Gnawa' y en 'Duende', en este caso por la música de Debussy y la alternancia de los intérpretes de tres en tres. Los ballets no tienen argumento sino sensaciones que Duato hace derivar de sus coreografías. El paso a dos 'Liberté' con los cuerpos al final caídos parece evocar la extinción de los dos bailarines al final de su esfuerzo.

En 'Cantus' hay momentos coreográficos colectivos con cierto aire marcial y la línea parece algo diferente al crear un ambiente mórbido con la luz creando un espacio amenazador.

El gesto basado en los movimientos del ballet clásico alterna los solistas con un conjunto más amplio y tiene un repertorio variadísimo. La relación con el suelo es numerosa y la unión de los cuerpos y su imagen, asombrosa. Parece casi imposible que no se cometan errores en los gestos, pero la seguridad está salvaguardada. Todo resulta casi perfecto.

Los diecisiete miembros de este nuevo ballet de Nacho Duato son jóvenes, están en muy buena forma física y el ejercicio continuado lo realizan con facilidad y virtuosismo. Un ballet contemporáneo con raíces en lo clásico y originalidad en su construcción. En el mundo de la danza cuentan, a pesar de las polémicas sobre Duato. El público aplaudió durante toda la duración del espectáculo y larguísimamente al final, incluido Nacho que salió a saludar pero que enseguida se retiró para dejar que sus jóvenes alumnos recibieran encantados el premio a su magnífica actuación.