El impacto económico de las redadas en Los Ángeles: "Esto es peor que la pandemia" | Actualidad Económica


Pablo Scarpellini Los Ángeles

Actualizado Viernes, 11 julio 2025 - 22:48

María Castro no había experimentado algo igual desde la pandemia. "En las últimas semanas calculo que hemos perdido un 45% de facturación. La situación se ha puesto fea y no sabemos cuándo vamos a salir de esta", dice a EL MUNDO mientras le cobra 20 dólares a un cliente por la reparación de una rueda pinchada. "Al menos con la pandemia estábamos todos en las mismas. Esto de las redadas es mucho peor porque solo nos afecta a nosotros, a los latinos". La preocupante situación financiera que atraviesa su taller mecánico, situado en Norwalk, al sureste de Los Ángeles, es solo una muestra del poderoso impacto que está teniendo el pánico que ha logrado sembrar Donald Trump en la urbe californiana con su campaña de deportación masiva de indocumentados.

Las protestas multitudinarias y los enfrentamientos con la policía dieron la vuelta al mundo durante días tras las redadas de los agentes federales de inmigración por toda la ciudad, pero se fueron disipando. El miedo, en cambio, persiste. En restaurantes de comida mexicana, centroamericana y sudamericana donde el volumen de clientes ha bajado a la mitad. En servicios de lavado de coches donde se han quedado sin trabajadores por miedo a que les deporten. En peluquerías donde están ofreciendo el servicio a domicilio ante el temor de sus clientas a salir a la calle. En supermercados donde ahora son los jóvenes los que hacen la compra en lugar de sus padres indocumentados. "La semana pasada decidimos cerrar unos días porque no venía nadie", explica Castro. "Le dije a mi marido que no tenía sentido seguir abiertos. Y así están muchos".

Jaime Rodríguez fotografía bodas y fiestas de quinceañeras, un ritual especialmente sagrado y popular entre la comunidad mexicana. "Desde que comenzaron la redadas he perdido un 60% de mi negocio", admite este mexicano de 52 años. "La gente que quiere organizar quinceañeras tiene miedo, no tanto por ellos, porque muchos ya han legalizado su situación en este país, sino por sus amigos y familiares. Las fiestas se hacen, pero son mucho más tristes y pequeñas".

Sidonio M. es el encargado de un restaurante de mariscos sinaloense en Downey, al sur de Los Angeles. Se le tuerce el gesto cuando le preguntan por la situación. "Ha bajado mucho la cantidad de clientes en las últimas semanas. Hay un clima extraño y la gente no quiere salir tanto a cenar o divertirse. Y no me extraña. Esta misma mañana vinieron a llevarse a uno ahí en frente los del ICE", dice señalando al taller mecánico de la esquina. "Por suerte, logró escapar, pero así no podemos seguir".

Hasta la publicidad se ha venido abajo. La señal inequívoca es la cancelación de muchos de los siempre populares anuncios de "masajistas", en la sección de contactos. "Dicen las clientas que es demasiado peligroso salir a la calle en estos momentos", explica un vendedor que prefiere no dar su nombre en una agencia de publicidad del centro de Los Ángeles. "Ahora es común recibir llamadas cancelando anuncios porque se han llevado a nuestros clientes, deportados. Se ha vuelto nuestra nueva normalidad".

Lo más desalentador, según varios de los afectados, es la incertidumbre, el no tener una idea clara de cuándo acabarán las redadas. El viernes, Trump firmó su ambiciosa ley de recortes fiscales que incluye una inyección sin precedentes a su agenda migratoria: unos 150.000 millones de dólares para la construcción de nuevos centros de detención y para reforzar la seguridad en la frontera. Su meta es contratar 10.000 nuevos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) para casi triplicar la actual plantilla, en una clara señal de que no piensa detener la incesante cacería de inmigrantes que comenzó en enero de este año.

La exigencia es alta. Trump le ha pedido a Kristi Noem, su secretaria de Seguridad Nacional, que suba la cuota de arrestos diarios de 1.800 a 3.000 indocumentados. Quiere llenar hasta arriba centros de detención como el Alligator Alcatraz que él mismo visitó hace una semana junto al gobernador de Florida, Ron DeSantis. Hay contemplado incluso bonificaciones de 10.000 dólares al año por agente del ICE como incentivo para que no baje el ritmo de deportaciones.

Aunque aún es pronto para cuantificar el impacto de las políticas trumpistas en materia de inmigración, un estudio macroeconómico de la American Enterprise Institute, un think-tank conservador con sede en Washington, prevé que la migración neta oscilará entre unapérdida de medio millón de personas al ingreso de 115.000, una tendencia que podría empeorar en 2026, antes de volver a recuperarse en 2027 y 2028 "a medida que se hacen evidentes las consecuencias económicas y políticas adversas de la postura política extrema".

El balance podría traducirse en una contracción significativa de la fuerza laboral y una reducción del 0,4% del crecimiento económico de Estados Unidos hasta los 100.000 millones de dólares en pérdidas.

Castro, la dueña del taller mecánico en Norwalk, se lo toma con mucha filosofía y sueña con un cambio repentino de escenario para salir de la crisis en la que está inmersa su negocio. "A ver si hay suerte y a Trump le da un patatús".

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