El error chino de Sánchez y el indecente libro de Zapatero


Spanish Prime Minister Pedro Sánchez's recent trip to China is criticized for its poor timing and lack of EU mandate, further fueled by José Luis Rodríguez Zapatero's pro-China book.
AI Summary available — skim the key points instantly. Show AI Generated Summary
Show AI Generated Summary
We located an Open Access version of this article, legally shared by the author or publisher. Open It

Tenía que ocurrir. La temeraria tercera visita de Pedro Sánchez a Pekín, con escala en Vietnam, está siendo un dechado de inoportunidad. El presidente español no viaja a China con mandato alguno de la Unión Europea, ni asumiendo la delegación de la Comisión. El encuentro con Xi Jinping estaba agendado desde antes de que Donald Trump anunciase los aranceles, pero después de que mostrase su intención de aplicarlos. Una prudente política exterior hubiera aconsejado cancelar el desplazamiento de Sánchez para no provocar reacciones que podrían empeorar la posición de España en el conjunto de la Unión Europea y debilitar la relación bilateral con Washington.

¿Por qué no se ha actuado con cautela? En política exterior, esa virtud no se ha aplicado porque la maneja, dice él, José Manuel Albares, que es, en términos diplomáticos y de gestión, una auténtica nulidad. Pero no solo concurre esa razón de incompetencia. También su papel lo ha suplantado, con la aquiescencia del interesado y, sobre todo, de Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero. El expresidente, que se tiene a sí mismo en altísima estima, se ha abierto de capa en un librito particularmente indecente y políticamente pornográfico que ha titulado La solución pacífica.

En el texto, de una elementalidad propia de un cuaderno de educación general básica, Zapatero se define como un peacemarker (sic), es decir, como “un mediador”. Dice amar la paz y el diálogo por encima de todo y advierte de que escribe el relato “contra la resistencia de Estados Unidos a asumir la pérdida de su hegemonía económica, política y cultural, a la que se suman, casi por inercia, sus aliados históricos, en particular la UE, que tuvo su última respuesta autónoma en Irak” (página 16). Ahí es nada.

Después de esa exposición de motivos, Zapatero profundiza con fruición en los más completos disparates. No termina de concretar qué países o políticos son los responsables de los males del mundo, pero tiene claro quiénes son los que representan el futuro más halagüeño para el planeta: sobre cualquier otro país o sistema, China y sus dirigentes. El expresidente dedica veintiséis páginas de su obrita (de la 151 a la 177) a desgranar una sucesión de encendidos elogios a la República Popular China a la que atribuye el mérito de “haber conseguido llevar a cabo en treinta o cuarenta años un mayor nivel de desarrollo que ningún otro país en la Historia (sic), poniendo en cuestión el pensamiento liberal occidental” (página 164).

Opinión TE PUEDE INTERESAR Albares (y Zapatero) o la incompetencia temeraria José Antonio Zarzalejos

No para ahí el vallisoletano, porque sostiene sin rebozo que “China tiene a su favor el dividendo demográfico… además de capital tecnológico y un altísimo nivel educativo (…)” de modo que “es justo reconocer que el esfuerzo [de China] ha sido espectacular, digno de admiración” (páginas 164 y 165). Según el autor, el poderío chino no nos debería inquietar en absoluto “porque su actitud es radicalmente distinta de la soviética (sic).” Escribe que “China cuenta con un modelo político muy diferente al demoliberal, pero no aspira en ningún caso a establecer, por ejemplo, un mandarinato en Bolivia, ni a que los países africanos se conviertan al confucianismo; y esta es la gran diferencia” (página 167).

Ya lanzado por el tobogán de la adulación, Zapatero considera que China “ha abierto su economía para hacerla competitiva, innovadora, una verdadera economía de mercado y es solo cuestión de tiempo que Estados Unidos deje de ser su competidor.” (página 168). Pero, de nuevo, el escribidor nos tranquiliza porque “China no aspira a transformar nuestro color político ni a derrocar gobiernos; su pauta es distinta…porque sus políticas internacionales están planteadas desde el punto de vista de un orden multilateral” y por esa razón, nuestra “mirada hacia China debe ir cambiando desde la desconfianza, la confrontación, la rivalidad y el temor, hacia las políticas de colaboración. El paradigma evolucionará” (página 169). Zapatero no tasca el freno y, con fervor desatado sostiene que “China es en este momento defensor del multilateralismo en cuestiones como la lucha contra la pobreza, el desarrollo de África, el cambio climático, los reajustes del sistema financiero, las medidas contra la desigualdad global, el desarrollo tecnológico y un largo etcétera.” (página 176).

Opinión

Pese a la adhesión de Zapatero a los derechos humanos, de los que se declara defensor acérrimo, nada de su ditirámbica opinión sobre China se detiene ante la ausencia de libertades civiles allí, las matanzas de minorías, el aplastamiento de todo brote opositor, la ausencia completa de cualquier atisbo democrático y el imperialismo comercial a través del cual sojuzga mercados, pueblos y ocupa territorios estratégicos lejanos a su espacio natural. Por eso, además de por la incuria cultural que demuestra Zapatero, el expresidente es un tonto solemne y utilísimo como aquellos egregios de los que dispuso el estalinismo hasta bien entrados los años setenta del siglo pasado.

El librito es una confesión de parte: Zapatero es un lobista puro y duro, un conseguidor con escasos escrúpulos y la obrita le traiciona mucho más allá de lo que él podía suponer. No tendría mayor importancia si no fuera porque la mercancía que expone se la ha comprado Pedro Sánchez, que acude con ese fondo argumental a su encuentro con el dictador chino, Xi Jinping. El calibre político de Sánchez no es superior al del expresidente, pero la relación que mantienen es tóxica y somete a la gestión de nuestros intereses con China y con otros países (Marruecos, Venezuela) al diagnóstico de un tipo con propósitos oscuros. Basta leer -todo un ejercicio penitencial- La solución pacífica para comprobarlo.

La admonición de Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, lanzada ayer en Washington sobre las andanzas de Sánchez en Vietnam y China, que coinciden, por distintas razones con los recelos de la Comisión Europea, avalan el criterio de que el presidente del Gobierno ha cometido con el viaje a Pekín un grave error que va a redundar en perjuicio de España. Hay que reconocer, sin embargo, que el lanzamiento del librito de Zapatero, en coincidencia con el viaje asiático de Sánchez, es un acierto del marketing editorial. No hay casualidades, hay causalidades.

Tenía que ocurrir. La temeraria tercera visita de Pedro Sánchez a Pekín, con escala en Vietnam, está siendo un dechado de inoportunidad. El presidente español no viaja a China con mandato alguno de la Unión Europea, ni asumiendo la delegación de la Comisión. El encuentro con Xi Jinping estaba agendado desde antes de que Donald Trump anunciase los aranceles, pero después de que mostrase su intención de aplicarlos. Una prudente política exterior hubiera aconsejado cancelar el desplazamiento de Sánchez para no provocar reacciones que podrían empeorar la posición de España en el conjunto de la Unión Europea y debilitar la relación bilateral con Washington.

🧠 Pro Tip

Skip the extension — just come straight here.

We’ve built a fast, permanent tool you can bookmark and use anytime.

Go To Paywall Unblock Tool
Sign up for a free account and get the following:
  • Save articles and sync them across your devices
  • Get a digest of the latest premium articles in your inbox twice a week, personalized to you (Coming soon).
  • Get access to our AI features

  • Save articles to reading lists
    and access them on any device
    If you found this app useful,
    Please consider supporting us.
    Thank you!

    Save articles to reading lists
    and access them on any device
    If you found this app useful,
    Please consider supporting us.
    Thank you!