The article discusses the potential successors to Pope Francis following his passing. It highlights the division within the Vatican between conservative and progressive factions.
These individuals represent a conservative voice within the Church and are expected to advocate for a return to more traditional doctrines and practices.
These individuals represent a progressive voice, advocating for a continuation of Pope Francis's reformist agenda, including social justice, inclusivity, and interfaith dialogue.
The article explains the process of selecting the new pope, highlighting the role of the cardinals and the timeline for the conclave.
Ultimately, the selection of the next pope remains uncertain, with the outcome dependent on the complex dynamics of the conclave.
El fallecimiento del Papa Francisco la madrugada del lunes de Pascua a causa de un ictus ha iniciado en el Vaticano la pugna entre los sectores conservador y progresista por ver quién sucede al Sumo Pontífice al frente de la Iglesia católica.
Si bien Bergoglio se ha rodeado en los últimos años de numerosos aliados que, como Luis Antonio Tagle o Matteo Zuppi, promueven doctrinas reformistas, también existe un sector conservador o directamente reaccionario, encabezado por Raymond Leo Burke y Robert Sarah, que ve en su aperturismo una deriva espiritual y reclama el retorno a posturas más rígidas, cuando no pretéritas.
¿Cuál es el próximo paso y cuándo se sabrá quién acabará al frente de la Cátedra de San Pedro? Una vez muerto el Papa, comienza el periodo conocido como sede vacante. Mientras se celebran los novendiales, nueve días de misas fúnebres, el camarlengo, que es el administrador de los bienes e ingresos de la Santa Sede, en este caso Kevin Farrell, asume la administración temporal de la Iglesia y comienza a organizar los preparativos para el cónclave.
Una de las últimas apariciones públicas del Papa Francisco tras su grave ingreso hospitalario.
Una vez es declarada la sede vacante, no pueden pasar menos de 15 días ni más de 20 para el inicio de la votación. Es decir, los comicios podrían iniciarse entre el 6 y el 11 de mayo de 2025. El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, convocará las congregaciones generales de los cardenales y será el encargado de presidir el encuentro, que se celebrará a puerta cerrada y estará marcado por un estricto hermetismo. Una vez se alcance la mayoría de dos tercios, del techo de la Capilla Sixtina emanará la fumata blanca.
Cuando se celebra un cónclave, existe un dicho popular entre los purpurados que reza lo siguiente: "Quien entra Papa sale cardenal". Se refiere, claro está, a que nada está escrito, nada se sabe, y muchas veces las quinielas fallan estrepitosamente. Los nombres aquí recogidos, en uno u otro bando, son eso, propuestas, apellidos que suenan con fuerza debido a su influencia en la Iglesia o a sus posturas más o menos mediáticas.
La doctrina aperturista e inclusiva en materias como la bendición de las parejas homosexuales, los llamamientos a la justicia social, al diálogo interreligioso y al acogimiento de inmigrantes han provocado que el sector más conservador del Vaticano haya visto amenazada la postura tradicional de la Iglesia.
Francisco ha promocionado el empoderamiento de las Conferencias Episcopales y las comunidades locales –es decir, la creación de una iglesia descentralizada–, ha reformado la Curia Vaticana para que haya una mayor transparencia y ha reducido la burocracia. Su papado ha supuesto un revulsivo, un golpe de timón para una institución con unos pilares anclados en la tradición, en el pasado.
Robert Sarah, guineano, fue prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
Es por ello que cardenales como el guineano Robert Sarah, de 79 años, se hayan posicionado abiertamente en contra de su forma de ver la religión. Abiertamente ortodoxo y acérrimo defensor de Benedicto XVI, Sarah es uno de los principales opositores a Bergoglio y uno de los grandes papables del ala conservadora.
Fue nombrado cardenal en 2010 por Ratzinger y, en 2014, el propio Francisco lo nombró Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo en el que sucedió al español Antonio Cañizares y al que renunció en 2021.
Sarah tiene una visión muy conservadora de la Iglesia católica. Defiende de forma férrea el celibato sacerdotal y guarda posiciones tradicionalistas en materias como la moral sexual y la liturgia, pues apuesta por la misa tradicional o tridentina. También se dice enemigo de la "dictadura del relativismo" que, según él, impera en la sociedad contemporánea.
De su misma cuerda es Gerhard Ludwig Müller, teólogo alemán y exprefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Como Sarah, defiende la postura tradicional de Benedicto XVI. En los últimos años se ha convertido en uno de los religiosos más críticos con el Papa. "Existe una adulación cortesana y una afectada subordinación" en torno a Francisco, criticó.
El cardenal Gerhard Ludwig Müller, alemán, fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Müller y Sarah fueron dos de los cinco cardenales que enviaron al Papa Francisco y al entonces prefecto para el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Luis Francisco Ladaria Ferrer, una dubia, es decir, una pregunta formal que debe obtener respuesta afirmativa o negativa. En ella le exigieron aclarar qué reformas pretendía lograr en la Iglesia con el Sínodo de la Sinodalidad y le urgieron a preservar la fe ante los cambios exigidos por los sectores más progresistas de la sociedad.
Si Gerhard Ludwig Müller fuera elegido Papa, volvería a una postura doctrinal rígida, mucho más conservadora, y algunos de los avances reformistas de Francisco, entre ellos permitir el acceso a la comunión a los divorciados, serían revertidos. Se opone a los cambios culturales, que considera "contrarios a los valores cristianos", como la homosexualidad y el aborto, y defiende también la doctrina católica tradicional.
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Dos conservadores europeos también se disputan la silla papal: Péter Erdö y Willem Eijk. El primero, de 72 años, húngaro, experto en Derecho Canónico y doctor honoris causa por la Universidad de Navarra, es uno de los grandes defensores de las viejas liturgias. Juan Pablo II lo nombró arzobispo de Esztergom-Budapest en 2002 y le hizo cardenal al año siguiente, lo que le convirtió en el más joven en el cargo hasta aquel año.
Erdö ha destacado por su perfil diplomático, por ser uno de los grandes defensores de la comunidad judía en su Hungría natal, azotada por el nazismo durante los años más oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Aunque él nunca se ha posicionado políticamente, se le cree afín a las posturas de Viktor Orbán en materia de inmigración. Con él tendió puentes para facilitar el diálogo con Francisco.
El cardenal húngaro Péter Erdö es arzobispo metropolitano de Esztergom-Budapest.
Péter Erdö domina el inglés, el francés, el alemán, el italiano, el español y el ruso. Este último idioma le ha servido para mantener un diálogo fluido con Cirilo de Moscú, 'Kirill', la cabeza de la iglesia ortodoxa rusa y el religioso más cercano a Vladímir Putin. De ser elegido Papa, supondría de enorme valor en unas potenciales negociaciones entre Moscú y Kiev para conseguir un cese de las hostilidades en Ucrania.
No obstante su perfil dialogante, el prelado húngaro se muestra contrario a que los divorciados reciban la comunión y es crítico con la acogida indiscriminada e irregular de inmigrantes. Además, ha alertado que el mundo secular "amenaza la llama del cristianismo", lo que puede interpretarse como un perfil que, de llegar a ser el sucesor de San Pedro, revertiría muchos de los cambios impulsados por Bergoglio.
Willem Jacobus Eijk, médico holandés de 71 años y arzobispo de Utrecht, fue nombrado cardenal por Benedicto XVI en 2012. Está especializado en medicina quirúrgica y es un firme defensor del tradicionalismo. Con el tiempo, se ha convertido en uno de los principales protagonistas del ala conservadora, aunque siempre ha mantenido un perfil discreto y exento de polémicas.
Sus posturas en bioética –asegura que un clérigo no puede acompañar a un paciente que vaya a someterse a eutanasia–, el matrimonio y la vida familiar lo convierten en un perfil muy cercano a la ortodoxia católica.
El cardenal Willem Jacobus Eijk, holandés, es arzobispo de Utrecht.
No obstante, el mayor 'enemigo' que ha enfrentado el papa Francisco dentro de la Iglesia ha sido, sin lugar a dudas, Raymond Leo Burke, quien ya ha sido bautizado como 'el papa pro Trump'. De hecho, el religioso apoyó al actual inquilino de la Casa Blanca en su carrera presidencial de 2016 y aseguró que a Joe Biden se le debía negar la comunión por ser abortista.
De 75 años y originario de Wisconsin, en 2008 ascendió a prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el máximo tribunal judicial de la Iglesia, cargo que ocupó hasta 2014. Es un azote de los colectivos LGTBI, asegura que el matrimonio homosexual "está motivado por Satán" y ataca el "feminismo radical".
El Sumo Pontífice se refirió al estadounidense como "una fuente de desunión en la Iglesia", lo desalojó de su residencia en el Vaticano y le retiró su salario. Es un perfil ultraconservador, abiertamente opuesto al reformismo. Burke amenazó al Papa con emitir un "acto de corrección" contra él, una forma de reconocer y rectificar una falta, pecado o defecto, y lo acusó de liderar "un barco sin timón".
Estas posturas le han llevado a ser una figura polarizante dentro del Vaticano y un constante crítico en la gestión de Francisco: "Se da la impresión, o así se interpreta en los medios, de que él piensa que hablamos demasiado sobre el aborto, demasiado sobre la integridad del matrimonio entre un hombre y una mujer. Pero de eso nunca se puede hablar demasiado".
El cardenal Raymond Leo Burke, estadounidense, fue Patrono de la Soberana Militar Orden de Malta y Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
Durante sus 12 años de Pontificado, Francisco se ha rodeado de perfiles progresistas afines a sus ideas o ha cortejado a aquellos cardenales que, como él, comprendían que la institución más importante del cristianismo necesitaba reformas urgentes. No en vano, una amplia mayoría de los 135 purpurados menores de 80 años que podrán votar en el próximo cónclave son progresistas. El 80% del cuerpo electoral ha sido nombrado por él.
¿Pero quién sería su preferido? El Papa, en un acto de responsabilidad y discreción, nunca se ha posicionado abiertamente sobre el asunto. Hay quien asegura que podría tratarse de Jean-Marc Aveline, nacido en Argelia y criado en Francia, un hombre de gran sensibilidad hacia los asuntos migratorios; otros, que su sucesor ideal sería el salesiano birmano Charles Maung Bo; incluso hay quien menta al exluterano converso al catolicismo Anders Arborelius, obispo de Estocolmo y primer cardenal de Suecia.
Sin embargo, debido a su cercanía durante todo este tiempo, Pietro Parolin parece haber sido siempre su delfín. Es italiano, tiene 70 años y es Secretario de Estado del Vaticano desde 2013. Durante todo el Pontificado del argentino, Parolin ha sido uno de sus fieles escuderos, su mejor negociador, su hombre para todo.
Experto en política internacional y políglota –habla inglés, francés, italiano y español–, su elección como Sumo Pontífice supondría, esencialmente, continuismo. Proseguiría con las reformas iniciadas por Bergoglio, seguiría la senda de denuncia del conflicto entre Israel y Palestina, alertaría sobre el cambio climático, sobre la explotación y el tráfico de personas y promovería el diálogo interreligioso.
El cardenal Pietro Parolin, italiano, es Secretario de Estado de la Santa Sede desde 2013 y el principal candidato para suceder a Francisco.
Pietro Parolin se considera a sí mismo un moderado. Incluso quienes lo conocen lo ubican en un punto intermedio entre el progresismo de Francisco y una postura conservadora suave. El cardenal Parolin jugó un papel esencial en el acercamiento del Vaticano a Asia. Tener a un interlocutor activo con el continente asiático, gran caladero de fieles, podría granjearle numerosos puntos en el próximo cónclave.
Otro italiano bien posicionado en las quinielas es Matteo Zuppi, de 69 años. Es arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Un perfil progresista y dialogante que, debido a su cargo, mantiene buenas relaciones con todo el espectro político de Italia, a pesar de haber protagonizado algún que otro roce con Giorgia Meloni. Asimismo, ha tendido puentes con los católicos del colectivo LGTBI.
Su cercanía a los pobres le ha granjeado el mote de 'el cura de calle'. Zuppi promueve, como Bergoglio, una iglesia más modesta e inclusiva. De hecho, participa en la conocida como Comunidad de Sant Egidio, 'la ONU de Trasvere', un movimiento internacional de laicos presente en más de 70 países que promueve la mediación y resolución de los conflictos internacionales.
"Dar la bienvenida a los inmigrantes supone un reto histórico para Europa", aseguró Zuppi, y arengó a quienes condenaban la inmigración derivada de los conflictos violentos a recordar que "Cristo invitó a no mirar hacia otro lado".
Matteo Zuppi, italiano, es arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.
Zuppi, además, podría llegar a tener mucho peso en la política europea, ya que fue el escogido por Francisco para mediar en el conflicto de Ucrania. El cardenal también viajó en calidad de enviado especial del Vaticano a Moscú para limar asperezas con el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov.
Otro de los perfiles favoritos para suceder al Papa es el cardenal Luis Antonio Tagle, apodado 'Chito'. Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, este religioso filipino, de 67 años, fue nombrado por Benedicto XVI pero, desde 2013, desarrolló una estrechísima sintonía con Francisco. Hasta el punto de que hoy le llaman 'el Francisco asiático'.
Su nombre sonó con fuerza en el cónclave de 2013. Durante todos estos años, su presencia se ha reforzado entre el purpurado al haber mantenido un perfil dialogante y amistoso. En el ámbito internacional, supone un enlace esencial con Asia. Además, maneja bien la comunicación y se desenvuelve con soltura ante la prensa. Es un perfil cercano y jovial; una de las caras más amables del ala progresista.
El cardenal Tagle goza de una gran herencia multicultural –su abuelo chino fue budista y confuciano, y él piensa que hay espacio para todas las religiones–, atesora una profunda conciencia ecológica y es un firme defensor del Concilio Vaticano II. De hecho, en 1981 se doctoró summa cum laude en Teología por la Universidad Católica de América, en Washington, con una tesis sobre el concilio.
El cardenal filipino Luis Antonio Tagle, Prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Giovanni Guida Creative Commons
Enfocado en materias como la justicia social, la inclusión de las minorías –entre ellas el colectivo LGTBI– y el diálogo interreligioso, siempre ha abogado por una iglesia abierta, cariativa –fue presidente de Caritas Internationalis entre 2015 y 2022– y enfocada en estimular el interés de las nuevas generaciones.
Otro nombre más: Pierbattista Pizzaballa, de 60 años. Patriarca Latino de Jerusalén, una Iglesia católica particular cuyo territorio incluye Chipre, Jordania, Palestina e Israel. Es un cardenal poco experimentado, ya que fue creado cardenal en 2023 por Francisco, pero goza de una gran reputación y experiencia en asuntos vinculados con Oriente Medio. Además, es italiano.
"El impacto emotivo, económico, psicológico y humano es enorme en ambas poblaciones, palestina e israelí. Para los israelíes ha sido un shock tremendo. Israel nació como una casa donde los judíos estaban a salvo y de repente hemos visto que eso ya no es así", expresó Pizzaballa, dejando clara su postura neutral y sensible con ambas partes. En su contra juegan su juventud, que augura un Pontificado largo, y que es franciscano, igual que Francisco.
Fridolin Ambongo Besungu, de 65 años, originario de República Democrática del Congo, es otro de los aspirantes progresistas a tomar el testigo de Francisco al frente de la Iglesia. Es Arzobispo Metropolitano de Kinsasa y fue nombrado cardenal en 2019. Su nombre es muy relevante si la Iglesia quiere reforzar su presencia en un continente que hoy genera el 18% de los católicos y la mayoría de los nuevos seminaristas.
Pierbattista Pizzabala, franciscano de origen italiano, es Patriarca Latino de Jerusalén.
Su perfil no es visto como el de un revolucionario, sino como un moderado al que a veces se ha tachado de conservador por sus posturas tradicionalistas. Él mismo formaba parte del Consejo de Cardenales de Francisco cuando se opuso a que el Papa bendijera a las parejas homosexuales.
"La ambigüedad de esa declaración, que se presta a numerosas interpretaciones y manipulaciones, suscita mucha perplejidad entre los fieles. Creo que, en tanto pastores de la Iglesia en África, tenemos que expresarnos claramente sobre esta cuestión para darle una orientación clara a nuestros cristianos", reflexionó el congoleño.
El arzobispo congoleño Fridolin Ambongo Besungu.
En último lugar, hay quien señala como potenciales sucesores del título de Vicario de Cristo a algunos españoles. Es el caso del franciscano Francisco Javier Bustillo, 'François-Xavier', francoespañol nacido en Pamplona que vota en el cónclave como representante de Francia. En 2021 fue nombrado obispo de Córcega y, dos años después, el Papa lo elevó al rango de cardenal, lo que demuestra su afinidad ideológica con el fallecido.
Juan José Omella, arzobispo emérito de Barcelona y expresidente de la Conferencia Episcopal Española; Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid; el jienense José Cobo Cano, actual arzobispo de Madrid; Ángel Fernández Artime, Rector Mayor de los Salesianos y proprefecto para los Dicasterios para la Vida Consagrada; o Antonio Cañizares, exprefecto de la Congregación para el Culto Divino y arzobispo de Valencia, de perfil más conservador, son otros de los españoles que, si bien gozan de menos posibilidades que el resto, podrían ser elegidos como el próximo pastor de los 1.400 millones de fieles católicos del mundo.
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