El valor de la lana en España ha descendido de tal forma en los últimos años que ha pasado a ser un verdadero quebradero de cabeza para muchos ganaderos. De ser "el oro de la Edad Media" a convertirse en "basura". Mientras el mundo textil opta cada vez más por otro tipo de fibras, en su mayoría sintéticas, para confeccionar prendas u otros artículos, estos profesionales ven como año tras año los kilos de lana se acumulan en sus explotaciones sin encontrar una salida rentable.

En las últimas campañas, gran parte de los ganaderos españoles ni siquiera encuentran compradores interesados en la lana que producen sus rebaños, siendo un producto sin aplicación industrial ni valor económico, hasta el punto de no querer ser recogida ni de forma gratuita. Los vellones se agolpan en muchos puntos de España, generando no solo problemas de espacio, sino también costes, porque mientras no puedan deshacerse de la lana tienen que mantener unas condiciones de seguridad e higiene en su almacenaje para evitar el riesgo de infecciones.

La situación se ha agravado sobre todo desde el año 2022, momento en que China cesó de manera fulminante la compra de lana española a consecuencia de la llegada de la viruela ovina a España. Hasta ese momento, el gigante asiático era el principal comprador. Según datos del Departamento de Aduanas e Impuestos especiales de la Agencia Tributaria, las exportaciones en ese año alcanzaban los 10.740.920 euros, llegando a situarse en el año 2015 en los 27.216.320 euros. Desde entonces, el veto se mantiene. Aunque España continúa vendiendo a otros países esta materia prima, no se alcanzan cifras similares. El lugar al que más se exportó lana "sin cardar ni peinar" en 2024 fue Francia, alcanzándose apenas los 4.186.560 euros.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, en 2023 se esquilaron un total de 10.947.117 ovejas en España, dando como resultado 20.745 toneladas de lana (21.992 toneladas en 2022 y 23.168 toneladas en 2021). Las comunidades autónomas que más produjeron fueron Extremadura (5.983 toneladas), Castilla y León (3.712 toneladas), Andalucía (3.414 toneladas) y Castilla-La Mancha (2.836 toneladas). Dado que los ganaderos no pueden dejar de esquilar, no queda otra opción que buscar alternativas para dar salida a esta materia prima.

En Castilla-La Mancha, desde comienzos de 2025 la lana puede utilizarse como abono. Según una resolución de la Dirección General de Ordenación Agropecuaria, aprobada el pasado 22 de enero, “la lana es un material fibroso biodegradable que no presenta partículas contaminantes y que, al descomponerse, genera materia orgánica que aporta propiedades en su mezcla con el estiércol, llegando a mejorarlo”.

Esta normativa permite que las explotaciones de ganado ovino castellanomanchegas puedan mezclar la lana producida con estiércol para usarlo. Eso sí, únicamente en el territorio de su comunidad autónoma. Según recoge la normativa, el compostaje de la mezcla deberá realizarse entre 3 y 6 meses, como mínimo; y la lana deberá ser incorporada en capas no mayores a 40 cm y sin superar al año el 10% del volumen total de estiércol.

"Fertilizante natural"

“Estuvimos peleando mucho tiempo, casi dos años, para que nos dejaran hacerlo. Está funcionando con mucho éxito”, explica César, ganadero y miembro de la Asociación en Defensa del Campo de la provincia de Cuenca. “Tengo palas, tengo lana y tengo estiércol, así al menos la puedo usar para enriquecer mis tierras. Es alimento puro y duro para las plantas, y encima ecológico. La mezcla fermenta y en unos seis meses se convierte en tierra, en materia orgánica”, relata en conversación con El Confidencial. Desde la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural de Castilla-La Mancha señalan que la medida "está funcionando adecuadamente", aunque remarcan que continúan trabajando "para valorizar la lana y buscar alternativas que supongan un ingreso añadido para las explotaciones".

Jesús, agricultor de Toledo, recuerda los miles de usos que tenía la lana cuando él era un niño, mientras ve cómo ha terminado almacenándose en las explotaciones. "Se hacían hasta colchones... antes daba beneficio, ahora nada. Al menos pueden deshacerse de ella mezclándola con el estiércol y convirtiéndola en un fertilizante natural", cuenta a este periódico. "Como es una fibra natural, lo único que se necesita es tiempo. Se hacen montones de estiércol y ahí se entierra la lana, y ya solo hay que esperar. Así, al menos, se le saca un rendimiento", explica. En su caso, se beneficia del abono producido por ganaderos cercanos para poder "alimentar" sus viñas y terrenos.

Esta práctica también está permitida actualmente en Aragón. Una resolución de la Dirección General de Calidad y Seguridad Alimentaria, aprobada el pasado 24 febrero, autoriza la mezcla de lana y estiércol en las explotaciones ganaderas de ovino aragonesas para su posterior uso en dicha comunidad autónoma. En este caso, sin embargo, la solución no convence demasiado al sector.

"Un parche"

Enrique Arceiz, secretario de organización de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) en Aragón, expone que esta medida no es más que "un parche" para los profesionales aragoneses. "Hace un año nos dijeron que recogerían la lana para llevársela a una planta de fertilizantes, y ahora nos autorizan a nosotros para que seamos los que tenemos que mezclarla con el estiércol", cuenta a este periódico.

"Al final, esto requiere que nosotros tengamos maquinaria como tractores o esparcidoras para poder repartir luego el abono, lo que, además, conlleva más trabajo. Se necesita tiempo, un espacio para realizar el compostaje y unas condiciones de humedad para que se produzca el proceso químico necesario", continúa. "No lo vemos una solución efectiva para la situación que padece el sector, habrá quien lo use, pero la mayoría vamos a seguir con la lana en los almacenes y en las cooperativas", asevera, confesando que "prefieren pagar a cambio de que se la lleven".

No obstante, existen territorios que sí quieren poder desempeñar esta alternativa. La Asociación Riojana de Agricultores y Ganaderos (ARAG-ASAJA) ha solicitado a la consejería de Agricultura y Ganadería del Gobierno de La Rioja la elaboración de un protocolo técnico y legal para el uso de la lana como enmienda orgánica en los suelos agrícolas. Así, reclama que traslade esta petición al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca para poder encontrar una salida útil a esta materia prima, consiguiendo, incluso, reforzar la economía circular en el ámbito agroganadero.

La lana de las ovejas merinas de la sierra de Grazalema de Cádiz servirá para producir fertilizantes. (EFE/Diputación de Cádiz)

"De valer dinero, la lana ha pasado a representar un problema. Es un residuo complicado de gestionar, no se puede quemar ni destruir", explica Igor Fonseca, secretario general de ARAG-ASAJA. "Entendemos su valor como un nutriente para el suelo, creemos que bien gestionado puede convertirse en un fertilizante sostenible", expone. Para ellos, la prioridad ahora mismo es conseguir una regulación que concrete los siguientes pasos a seguir para poder explotar este potencial, que al menos les daría una opción frente a que la lana continúe almacenada.

Mientras, en Andalucía, la Fundación Grazalema Regenerativa ha puesto en marcha una fábrica de pellets de lana para su uso como fertilizante. Bajo el nombre de "lanopellet", el pasado mes de diciembre se dio a conocer este proyecto que no solo busca apoyar a la ganadería ovina en la "difícil gestión" de este residuo, sino también fomentar "un modelo de economía circular" y el "desarrollo económico" en la localidad gaditana de Grazalema.