The author, overwhelmed by complex modern appliances and systems, identifies themselves as the 'final user' of various technologies and societal structures. They express frustration with the difficulty of using everyday devices, extending this feeling to broader societal issues like economic inequalities and political turmoil.
The author feels like a passive recipient ('final user') of complex realities they don't understand, such as political actions and economic trends. They question how one can effectively manage or navigate such complex systems, concluding with a sense of helplessness in the face of these forces.
The core message is one of bewilderment and powerlessness in a world characterized by sophisticated, often confusing technology and societal complexities. The author's struggle to operate a new oven is used as a metaphor for navigating life in a rapidly changing and often overwhelming world.
— Este horno está pensado para el consumidor final —dice el operario que ha venido a cambiarme el viejo por el nuevo.
Entiendo que el “consumidor final” soy yo y que me llama de ese modo por no llamarme tonto (“Este horno está pensado para tontos”, es lo que le habría gustado decir). El aparato tiene numerosas funciones sencillísimas de ejecutar o programar, pero lo cierto es que no entiendo nada. Dejo que el técnico se explaye asintiendo cortésmente a cuanto dice en la confianza de que la lectura del manual de instrucciones me informe al menos de lo más básico (cómo asar un pescado).
Me quedo con la expresión “usuario final” porque creo que me concierne. Yo soy el usuario final del frigorífico y del microondas y del ordenador, pero también de los mandos para la ducha que me instalaron el mes pasado y cuyo funcionamiento me costó entender. Yo soy el usuario final de todo cuanto se inventa en el mundo, incluso el usuario de la novela que acaba de llegarme por correo y que abro con miedo a no saber leerla. Soy el usuario final de los programas de la tele, y el usuario final del paquete de pan de molde y el usuario final del bote de conservas de “apertura sencilla”. Me pregunto cómo serán los usuarios anteriores, me pregunto si existen, quizá sí.
Soy el usuario final del mundo, tal vez el usuario final del fin del mundo. Soy, pues, el usuario final de las acciones de Trump, de Netanyahu, etc. Digámoslo rápido: soy el usuario final de la Realidad. Pero me pasa con la Realidad lo mismo que con el horno: que no sé a qué botón apretar para que funcione ni qué mando accionar para que los alquileres bajen de precio y para que la burbuja inmobiliaria les estalle en la cara a los fondos de inversión. Soy el usuario final de un modelo político que no comprendo, el usuario final de las desigualdades económicas, el usuario final de las religiones en curso, el usuario final del caos. Pero cómo se maneja el caos.
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