This article profiles Cardinal Pierbattista Pizzaballa, a prominent candidate for the papacy. A Franciscan with over 30 years of experience in the Middle East, he currently heads the Latin Patriarchate of Jerusalem.
His extensive experience in the Middle East, specifically his fluency in Hebrew and deep understanding of the Israeli-Palestinian conflict, is highlighted. His efforts in interreligious dialogue, particularly in the wake of the October 7th Hamas-Israel conflict, are emphasized. His willingness to negotiate with Hamas for the release of Israeli hostages is mentioned, though his stance drew criticism from the Israeli government.
His background in the Italian region of Emilia-Romagna and his contributions to the Catholic Church, including translating liturgical texts into Hebrew, are detailed. His appointment as Custos of the Holy Land and subsequent elevation to Patriarch are significant milestones in his career.
The article touches upon a humorous anecdote, linking the Cardinal to a famous footballer, his father's cousin, who shared the same surname.
The article presents Pizzaballa as a strong candidate with a unique blend of experience, expertise, and personal qualities relevant to the papacy. His background in the Middle East and his commitment to interfaith dialogue present him as a significant figure in the upcoming conclave.
Actualizado Lunes, 5 mayo 2025 - 13:01
El menos italiano de los cardenales italianos. Pierbattista Pizzaballa (Cologno al Serio, 1965) lleva más de tres décadas en Oriente Próximo y se caracteriza por ser el más asiático de los purpurados que entrarán el próximo miércoles en la Capilla Sixtina en el primer día de Cónclave. Franciscano carismático, habla italiano, inglés y hebreo y lleva más de 30 años viviendo en Tierra Santa y actualmente está a la cabeza del Patriarcado latino de Jerusalén.
Con sólo 60 años se perfila sin duda entre los papables más jóvenes, algo que podría ir en su contra -los Pontificados muy largos suelen perder impulso con el tiempo-; pero en los últimos días está sonando con fuerza en las listas de posibles sucesores del Papa Francisco. El suyo, así pues, es un perfil relevante a nivel geopolítico por su experiencia en Oriente Próximo, con un lenguaje sencillo y de peso, siendo un gran conocedor del conflicto en la zona entre Israel y Palestina. A su favor, destaca su esencia más periférica respecto a las dinámicas típicamente vaticanas.
En la prensa internacional se destaca su apuesta por el idioma hebreo cuando en los años noventa lo más normal, para los religiosos europeos, era estudiar el árabe. Su interés por el idioma de Israel, sin embargo, fue un elemento esencial en su camino pastoral marcado por el diálogo interreligioso en la zona. Pizzaballa se ha caracterizado por su apertura no sólo hacia la lengua hebrea, sino hacia la cultura judía en general. Ha estudiado con detalle los profetas y la teología vinculada a la Biblia y el primer cristianismo.
Según los expertos, Pizzaballa es un protagonista de nivel en lo referido al diálogo interreligioso, que posee las capacidades adecuadas para entender una realidad tan compleja como la de Oriente Próximo, especialmente después de lo ocurrido el 7 de Octubre entre Hamas e Israel. Lo acontecido a partir de ese momento, le hizo admitir públicamente que "nada volverá a ser como antes" en la zona. Tras los secuestros, Pizzaballa se ofreció voluntariamente a Hamas a cambio de la liberación de los rehenes israelíes.
La dura reacción del Gobierno de Benjamín Netanyahu en Gaza, sin embargo, lo posicionó junto a las opiniones críticas del Papa Francisco hacia Israel; todo ello en un contexto en el que Pizzaballa conoce de cerca también las agresiones de los extremistas judíos contra los palestinos en Cisjordania, como contra los cristianos en Jerusalén. Actualmente el patriarca latino habla de la importancia de la "esperanza" y el "diálogo" en la zona, aunque sea complicado que dé sus frutos a corto plazo.
En sus primeros 25 años de vida, Pierbattista Pizzaballa ha estado vinculado a la región italiana de Emilia-Romaña. Entró en la orden de los franciscanos en 1984 en la ciudad de Ferrara y fue ordenado sacerdote en Bolonia en 1990. Después de un mes en Roma en octubre de ese mismo año se trasladó a Jerusalén, ciudad en la que profundizó sus estudios teológicos y filosóficos, hasta completar su especialización en Teología Bíblica. Siendo un buen conocedor del idioma hebreo, ha sido el editor del Misal Romano en dicho idioma y ha traducido diferentes textos litúrgicos en hebreo para las comunidades católicas presentes en el Estado de Israel.
Es miembro del Dicasterio para las Iglesias Orientales y del Dicasterio para la promoción de la Unidad de los Cristianos. Fue nombrado custodio de Tierra Santa por primera vez en 2004, el máximo cargo dentro de los franciscanos y que ha renovado en más ocasiones hasta el año 2016, cuando Francisco lo nombró administrador apostólico del Patriarcado latino de Jerusalén en sede vacante, hasta que Jorge Mario Bergoglio, ese mismo año, lo confirmó su cargo en vía definitiva.
Fue ordenado obispo en 2016 en su Bergamo natal y en 2020 fue nombrado por Francisco como nuevo patriarca latino de Jerusalén. El Pontífice argentino, finalmente, lo creó como cardenal en septiembre de 2023. Uno de los grandes logros de Pizzaballa fue reunir dentro del Vaticano al ex presidente del Estado de Israel, Simon Peres, y el líder de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen; en ocasión de un momento de rezo compartido promovido por el Papa Francisco.
En otro orden de cosas, hay una anécdota de color, deportiva, que gira en torno al cardenal Pizzaballa. La prensa italiana ha destacado que, en los años sesenta, había un famosísimo cromo, prácticamente imposible de encontrar: el de Pier Luigi Pizzaballa, conocido portero del Atalanta. Todos los niños lo querían para completar su álbum de cromos. Más de un vaticanista y periodista deportivo, así pues, en los últimos días se habían preguntado si efectivamente el cardenal y el futbolista eran familia. El propio patriarca latino de Jerusalén, en 2019, había despejado todas las dudas corroborando el parentesco, asegurando que el futbolista es "el primo de mi padre".
Pizzaballa, tras confirmar el lazo familiar, recordó su época de cuando era niño: "Como todos, yo también hacía álbumes de cromos. Y, al igual que los demás, yo tampoco encontré nunca a Pizzaballa", admitió en su momento quien ahora, dentro de unos días, jugará su partido a favor de la Iglesia de Roma.
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