Banca deja de apostar por productores de fruta y créditos caen 32% en cinco años | Diario Financiero


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Decline in Bank Credit to Chilean Fruit Producers

A significant reduction of 32% in bank credit to the Chilean fruit industry between February 2020 and December 2024 has been reported. This decline has brought credit levels down to those seen in 2017, forcing producers to seek financing from suppliers and clients.

Shifting Financing Landscape

This shift has introduced solvency risks throughout the value chain, with suppliers and companies acting as operational financiers, often supporting insolvent businesses, increasing bad debts. This has weakened farmers' bargaining power and competitiveness. In contrast, fruit exports have steadily increased during the same period. Before 2017, there was a strong positive correlation (0.98) between export growth and bank credit, but this relationship has weakened significantly since then. This decoupling highlights the loss of synchronization between both variables.

Reasons for the Decline

While banks have reduced exposure across various sectors, the fruit industry faces amplified challenges. The lack of specialized banking, combined with the complexity of evaluating fruit production and often poor market information, has led to a perception of higher risk for the sector. Banks have also been diversifying their portfolios in response to broader economic factors.

Financial Stress and Alternative Financing

Fruit producers have diversified their funding sources. The profitability of certain crops has prompted reinvestment of profits, while processors and exporters now often provide financing in exchange for long-term supply commitments or price discounts. This reduces producers' negotiating power and increases risk for buyers. Accounts receivable for agro-input retailers have increased significantly (up to 100% between 2019 and 2024), suggesting that extended payment terms are also being used as financing mechanisms. This creates systemic risk within the production chain.

Macroeconomic Factors and Conclusion

The Chilean economy has been impacted by the decline of the capital market, political instability, and global factors such as trade wars. While developed countries are increasingly investing in agriculture, Chile's approach is moving in the opposite direction; there are exceptions of banks that are responding positively to these industry challenges.

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Según observó Agrocapital -consultora especializada en el sector agroalimentario-, la industria frutícola, desde febrero de 2020 a diciembre de 2024, ha sufrido una contracción acumulada de 32% en los créditos bancarios que recibe, cayendo a montos registrados en 2017.

Esto ha hecho que los productores deban desplazar su estructura de financiamiento desde la banca hacia clientes y proveedores, lo que, según Agrocapital, ha introducido nuevos riesgos de solvencia “a lo largo de toda la cadena de valor”.

“Los suministradores de agroinsumos y las empresas han asumido un rol activo como financiadores operativos de los productores, con frecuencia respaldando a compañías insolventes que les han venido a incrementar sus incobrables. Esta dinámica ha erosionado el poder de negociación de agricultores y mermado su competitividad en los mercados”, se lee en el informe.

El desacople

En la década de 1998-2008, el stock de créditos bancarios destinados al sector frutícola crecía en torno al 13% anual. Si bien con la crisis subprime hubo una contracción promedio anual de un 1%, luego de 2011 se recuperó el dinamismo, con alzas cercanas al 10%. Pero desde febrero de 2020, junto a la crisis del Covid-19, la estadística se fue en picada, retrocediendo $ 734 mil millones, hasta niveles de 2017.

Así, según los datos de la CMF procesados por la consultora, la fruticultura fue el segundo sector que más financiamiento perdió, solo superada por la construcción.

Todo esto, mientras las exportaciones han crecido de manera sostenida. Entre el ‘98 y 2016, “existió una correlación casi perfecta (0,98) entre el crecimiento de las exportaciones frutícolas y el crédito bancario (...) Sin embargo, desde 2017 esta relación se ha diluido, reflejando un desacople que pone de manifiesto la pérdida de sincronía entre ambas variables”, anotó Agrocapital.

¿Por qué ocurre esto? Aunque la banca ha reducido su exposición en todos los sectores, “la fruticultura ha tenido problemas que han sido amplificados más de la cuenta”, opinó el socio fundador y VP de Agronegocios de la consultora, Benjamín Barros.

El analista planteó que la banca local no está especializada, es multisectorial y masiva, y la fruticultura es compleja de evaluar, con información financiera y de mercados que suele ser deficiente, “desencadenando una percepción equivocada, con una actividad de alto riesgo. Adicionalmente, la banca apoya a la agricultura como una estrategia de diversificación de su portafolio de deuda y su portafolio en general se ha visto restringido”.

Estrés financiero

Con el escenario descrito, los productores tuvieron que diversificar sus fuentes de financiamiento. Según Agrocapital, la rentabilidad de cultivos como cerezas, paltas y cítricos ha incentivado la reinversión de utilidades: la superficie cultivada aumentó 73.088 hectáreas (un 111%) en los últimos 10 años.

Pero además, una tendencia que observó la consultora fue que las procesadoras y exportadoras ofrecen financiamiento a cambio de compromisos de abastecimiento a largo plazo o descuentos en los precios de venta. “Si bien esta alternativa aporta liquidez inmediata, implica una merma en el poder de negociación de los productores y un riesgo de concentración y solvencia de acreencias para los compradores”, señaló el informe.

Agrocapital observó que las cuentas por cobrar de algunos de los principales retailers de agroinsumos han crecido hasta 100% entre 2019 y 2024, lo que demuestra que la extensión de plazos también se ha visto como mecanismo de financiamiento. Esa práctica, señaló la firma, “eleva la exposición crediticia de los proveedores frente a clientes con altos niveles de estrés financiero, generando un riesgo sistémico en la cadena productiva”.

Con todo esto, los productores quedan comprometidos a acuerdos que limitan su poder de negociación, mientras que exportadoras y proveedores se exponen a un aumento de acreencias incobrables.

“En Chile se afectaron los fundamientos macro: caída en profundidad del mercado de capitales, inestabilidad política tras dos procesos constituyentes”, enumeró Barros, y sumó el panorama global a la incertidumbre, haciendo referencia a la guerra arancelaria.

“A contrapartida, el mundo validó los fundamentos sectoriales aún más estos años y los países desarrollados están avanzando cada vez más rápido en inversión en agricultura y fruticultura en particular, pero Chile va en dirección totalmente opuesta. Claro que existen excepciones con bancos locales que asimilaron correctamente estos fundamentos y están haciendo bien las cosas, tomando esta oportunidad”, afirmó.

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