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Apenas unas horas sin electricidad han servido para poner de manifiesto nuestra enorme vulnerabilidad derivada de la dependencia energética del modo de vida actual. Al desasosiego de esas horas se une ahora el que puede provocar la desinformación, bien en forma de bulos malintencionados, bien derivada de la complejidad del sistema eléctrico. El sistema de Red Eléctrica de España jamás ha fallado de esta forma, y quizá por eso no se le ha prestado la atención que requiere. Algo tan trascendente para nuestra forma de vida debería ser más conocido por la ciudadanía de forma que se comprendieran mejor sus claves, lo que vacunaría contra los bulos y la desinformación. Sin conocer todavía las causas de lo sucedido, hay algunos elementos que conviene tener presentes.
El sistema eléctrico en España y en toda Europa funciona de forma sincronizada a 50 Hz, una frecuencia que refleja el equilibrio entre la generación y el consumo de energía. Cualquier desviación sostenida puede comprometer la estabilidad del sistema. Para evitarlo, es crucial contar con inercia, la capacidad de ciertos generadores para resistir variaciones bruscas en esa frecuencia gracias a sus componentes mecánicos giratorios. Esta función estabilizadora la cumplen los generadores síncronos, presentes en tecnologías como la nuclear, el gas o la hidráulica, mientras que fuentes como la solar fotovoltaica y la eólica aportan inercia física al sistema, a partir de los convertidores electrónicos (inversores) con los que funcionan.
Nuestro sistema viene funcionando así desde hace décadas: energías limpias y mecanismos que garanticen estabilidad, combinando la inercia física tradicional con soluciones tecnológicas que refuercen el control y la seguridad operativa.
Por otro lado, existen tecnologías gestionables, es decir, que tienen mayor flexibilidad para adaptarse a cada momento, y otras que no lo son tanto, entendiendo por gestionable o flexible aquella que puede responder con agilidad: subir, bajar, encenderse o apagarse rápidamente. Así, una tecnología síncrona pero que no es gestionable (la nuclear) no tiene las prestaciones necesarias para apoyar al sistema y dar respuesta a un incidente como el de este lunes.
¿Fue el 28 de abril el día con más energía renovable? No. Ha habido días con mayor penetración renovable. Por ejemplo, el 16 y 17 de abril, la generación renovable en las horas centrales del día era superior. ¿El sistema ha caído porque no funcionaba el parque nuclear? Radicalmente falso, ya que había operado más de 3,5 GW de energía nuclear. Si algo distingue el lunes, a las 12.33, es que en el sistema no había hidráulica, pese a ser una renovable, gestionable y síncrona. Sin embargo, las señales de mercado con precios negativos hacían que la hidráulica no entrase en el mix.
El orden de los factores. Es importante remarcar que el 28 de abril hubo una desestabilización de la frecuencia, y como consecuencia de ello una reducción de 15 GW de generación solar (ese es el orden cronológico, no al revés). Es decir no es que el sistema se cayera porque había mucha fotovoltaica, como algunos tratarán de hacernos creer, sino que la fotovoltaica se desconectó porque una de las variables de operación clave osciló, la frecuencia del sistema.
Entonces, ¿qué es lo que falló? Sea cual sea la explicación del incidente inicial, que esperamos conocer de forma rápida y transparente, lo primero que hay que concluir es que lo acontecido el día 28 es algo excepcional. En otras latitudes, en sistemas con pocas interconexiones, se han sufrido también apagones generalizados, como es el caso del Estado de Texas en febrero de 2021, donde el sistema tardó semanas en recuperar la normalidad. En cualquier caso, necesitamos hacer un debate sin trampas y desde el rigor.
El restablecimiento del sistema necesita un proceso paulatino de “renergización” que viene de la mano de las interconexiones y de tecnologías gestionables como la hidráulica y los ciclos combinados, con el apoyo inmediato de las fuentes de origen renovable. Por ello, una tecnología como la nuclear, sin esa flexibilidad característica de otras, no supone una ayuda inmediata en esas situaciones. De hecho, 24 horas después aún estaban paradas.
Con estas consideraciones, ya se pueden extraer algunas conclusiones. La primera es que el sistema necesita fuentes de energía que, además de ser limpias y costoeficientes, lo hagan más robusto (tenga esa inercia que aporta la generación síncrona) y gestionable (la flexibilidad que da la capacidad de encendido y apagado rápido). La eólica y la fotovoltaica suman, y mucho, en relación con la primera. Y la energía gestionable, síncrona, renovable y de respuesta más rápida es, con diferencia, la hidráulica.
Más que poner el foco en la nuclear, deberíamos ponerlo en la joya del sistema ibérico aislado, la energía hidráulica. Las centrales hidráulicas, al igual que todos los generadores, tienen la obligación de ponerse a disposición del operador del sistema en días como el lunes, cuando los embalses estaban llenos gracias a la gran pluviosidad de los últimos meses. La defensa del interés público significa empezar a hablar de quién debe decidir cómo y cuándo opera la renovable, gestionable y síncrona por excelencia, otorgándole ese rol al operador del sistema. Es la energía hidráulica la que puede aportar mayor estabilidad al sistema.
En segundo lugar, es necesario abrir el debate sobre el despliegue del almacenamiento, con tecnologías como la hidráulica reversible, sistemas de baterías o la posibilidad de que las instalaciones de autoconsumo estén preparadas para operar en momentos puntuales en isla, es decir, sin estar conectadas a la red principal.
Después de un hecho tan excepcional como el del lunes, volver a un modelo menos renovable y más centralizado sería algo así como dispararse un tiro en el pie cuando el clima no para de avisarnos y la situación geopolítica ha saltado por los aires. Nos toca profundizar en un modelo renovable y distribuido que acometa las reformas necesarias para que el sistema tenga más robustez y más protagonistas.
Esta es una solución más resiliente frente a eventuales fallos técnicos, a episodios climáticos extremos o a problemas de infraestructura. Logramos que un conjunto de pequeños activos proporcione los mismos servicios que hoy prestan las grandes centrales: balance del sistema, regulación de frecuencia o respaldo en momentos de alta demanda. Y todo ello sin descuidar que tanto grandes plantas como pequeñas instalaciones deben responder a criterios de ciberseguridad y protección de datos, garantizando que su funcionamiento y operación estén siempre controlados en el marco de la UE.
El momento es único. Red Eléctrica deberá analizar con profundidad y transparencia las causas. España es líder en renovables y avanza en una lógica de autonomía energética, favoreciendo procesos de reindustrialización debido a unos costes energéticos menores. No dejemos que determinados intereses privados quieran aprovechar la oportunidad para poner freno al despliegue renovable para maximizar la cuenta de resultados, aprovechando el momento para consolidar un modelo centralizado y controlado. Quizás sea la ocasión de definir un modelo energético renovable, competitivo, participado y seguro donde el interés general sea la clave de bóveda de estos principios básicos.
Joan Herrera es abogado especializado en energía, socio de la consultora SAMSO y exdirector del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE).